Capítulo 6

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Me encontraba sentada en la escalera de la casa de mi abuela mientras oía la conversación que tenía con mi madre.

-¿Por qué eres así con ella?-preguntaba mi abuela.

-Soy como debo ser. Ella es una chica muy especial, no es como todos los de su edad.

-Eso lo sé, pero no te da derecho a hacerla sentir como lo haces.

-Soy su madre y sé que es lo que tengo que hacer con ella, no me cuestiones. Ahora te la dejo aquí, y espero que se le pase un poco el malhumor.

De repente escuché como la puerta se cerraba de golpe y unas imperceptibles palabras de mi abuela.

Me fui hasta el que ahora sería mi cuarto y dejé allí mis cosas. Luego, agarré mi celular y vi que tenía un mensaje. Era Isabel.
Hola, ¿has seguido mi consejo? decía.

La llamé, y atendió al tercer tono.

-¿Paula?

-Hola, ¿cómo estás?

-Bien, pero debes decirme si has hecho lo que te dije.

-Sí.

-¿De verdad? ¿Y qué tal?

-Terrible.

Hicimos un silencio.

-Pero...¿qué ha pasado?-dijo al fin.

-Primero, ella me encontró en la calle. Luego decidí decirle todo y cuando lo hice, se rió de mí y pensó que había inventado todo solo para que no me castigue por escaparme.

-Vaya...eso es...muy malo.

-Dímelo a mí...Y ahora estoy en casa de mi abuela y me quedaré aquí por un mes.

-¿Y eso es bueno?

-Mejor que lo que tenía sí. Al menos ella si me quiere.

-Em...bueno, entonces sí que lo es. Mañana quiero que conozcas a alguien, ¿vale?

-Seguro-me alegré- ¿Dónde?

-Si quieres podemos ir donde vives ahora, así no es mucho problema.

-Me parece bien. Te mandaré la dirección por mensaje, ¿si? Pasen a eso de las 5.

-Genial, te veo mañana.

-Adiós.

Me acosté en mi cama y luego de enviarle el mensaje a mi amiga, cerré los ojos para dormir, y comencé a soñar.
Estaba en una playa, observando como la gente se sumergía en el mar, y a los niños armando castillos de arena en la orilla. De repente, vi a Gabriela acercándose a mí.
-Tanto tiempo-me saludó.
-Hola Gaby.
-¿Cómo has estado?
-Muy bien, ¿y tú?
-Pues, bien. Veo que estás consiguiendo amigos allá afuera.
-¿Afuera? ¿Cómo?
-Ya te darás cuenta a lo que me refiero. Ahora te digo adiós, ya no volveremos a vernos porque ya no me necesitas. Despierta.
-¿Qué?

Y desperté. Había sido un sueño muy raro. Y no volver a ver a mi amiga imaginaria me resultaba aún más extraño. Desde que tenía siete años que ella aparecía en mis sueños, y cada vez que la veo pienso que es real, aunque cuando despierto sé que no existe.

Me quedé pensando hasta que mi abuela me llamó para cenar. No sabía cómo haría para tirar la comida, ya que probablemente ella estaría sentada a la mesa conmigo, a diferencia de mi madre.

-He cocinado pasta.

-¿Si? ¿Cuál?-pregunté fingiendo estar emocionada.

-Spaghetti. Cuando eras pequeña era tu favorita.

Sonreí falsamente.

-Y lo sigue siendo-respondí.

No me quedó más remedio que comer, pero mi estómago tenía un enorme nudo que no dejaba pasar nada. Cuando terminé mi plato, pedí permiso para retirarme.

-Ve a la cama, linda. Hasta mañana-se despidió mi abuela.

-Adiós abuela.

Subí las escaleras con velocidad y fui al baño. Me miré en el espejo y vi mi figura. La odiaba, era demasiada grasa. Sin pensar más, me agaché al lado del retrete e hice lo que tenía que hacer. Largué todo, obligada por mis dos dedos. Era la primera vez que hacía eso, pero tendría que repetirlo todos los días porque no me quedaba de otra. Después me lavé los dientes y me fui a dormir, esperando que mi abuela no sospechara nada.

No hables con extrañosOnde histórias criam vida. Descubra agora