Capitulo 22 - Rescate

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Había pasado una semana, una semana en la que cada noche Theodorus parecía llegar ebrio a la torre y molestaba a Maira hasta que se quedaba dormido. Las sirvientas que trabajaban ahí, comenzaban a arrepentirse de sus propias palabras, pues cada vez que le ayudaban a Maira con el baño, notaban todas las marcas en su cuerpo las cuales le dolían al ser talladas.

En las afueras de la torre, Alexander ya estaba con sus tropas escondidos en el bosque esperando la carta de arresto firmada por el rey, su padre, para comenzar un ataque y sacar a Maira de ahí.

Frendel: Príncipe, se acerca por el camino un carruaje blanco similar al de los sacerdotes, ¿qué hacemos?

Alexander: Detenga lo, comenten que va en la dirección equivocada y que se vaya al lado contrario de aquí. Si se involucran ellos, será más problemático terminar esto.

Frendel: Como ordene, mi señor.

El atardecer llegó junto con Theodorus que llegaba con un ramo de flores contento hasta la torre o esa era su actitud al principio, tras ver que no había llegado la persona encargada de juntarlos se molestó golpeando sin control a las sirvientas quienes solo gritaban y pedían piedad. Maira que escuchaba todo desde arriba eestaba temblando, escondida en un rincón de la habitación con miedo a ser la próxima. Theodorus subió con la respiración agitada, abriendo la celda donde estaba Maira escondida; al no verla se asustó dejando la puerta abierta en lo que veía a los alrededores, la joven sujetó un jarrón de flores con el cual golpeó al contrario de forma repentina y salió corriendo por las escaleras.

Maira: (Si no es ahora, nunca podré salir de aquí)

Al bajar vio la escena catastrófica de las mujeres que le habían servido en estos días, un triste final para aquellas que siguieron a un loco hombre solo por ver un romance de cercas. Tuvo que revisar sus cuerpos hasta conseguir las llaves de la puerta para salir de la torre, una vez obteniendo las, se quitó los zapatos corriendo en dirección a las ruinas por esconderse.
Esto fue visto por los guardias de Alexander quien le notificaron de haber visto a Maira.

Alexander: Ah~, no es una joven fácil de dominar pero es nuestra oportunidad, de seguro sigue enojada conmigo por eso, Nicolás debes encontrarla y mantenerla tranquila. Yo iré por Theodorus...

Aland: No puedes hacerle nada sin presentarle esto.

Todos giraron su vista hacia el primer principe quien iba bajando de su corcel lanzándole un papel enrollado y con la marca del rey Arthur quien había aceptado considerando los términos de sus acuerdos con Maira y los propuestos por Alexander. Ahora que tenían permiso, el pelinegro sonrió sacando su espada e dirigiéndose a la torre.

El joven guardián se dirigió a las ruinas con cautela buscando a la señorita, llamándola por su nombre varias veces hasta que por fin la encontró; esta al verlo, corrió a sus brazos buscando calmarse en su calor, después de todo, era alguien en quien confiaba por cuidarla todas las noches.

Nicolás: Lamento que tuviera que pasar por momentos desagradables señorita, esta vez la voy a cuidar sin importar que pase; ven, vayamos a un lugar seguro.

Maira: ¿Cómo es que me encontraron? Este lugar es enorme...

Nicolás: El príncipe ha estado vigilando y organizando guardias alrededor de la torre para protegerla, lamentablemente no podíamos entrar sin un permiso. Ahora que lo tenemos no se volverá a repetir esto.

Maira: ¡Eso no cambia el hecho de haberme entregado, fue una acción horrible!

Nicolás: Comprendo su molestia señorita, pero era la única manera por la cual habría menos afectados,  y como pudo ver, hasta Frendel tuvo que arriesgar se. Tenemos que ir al campamento para que la revise un médico, ya cuando sea examinada la llevaré con el príncipe.

Maira: No me siento mal, tranquilo, vayamos con él, tengo un presentimiento de lo que tiene planeado hacer.

Nicolás no estaba seguro que fuera bueno llevarla con el contrario, después de todo, observandola bien su piel estaba llena de marcas visibles, las cuales podrían ser un factor de enojo de Alexander a Theodorus. Sin tener muchas opciones soltó un suspiro quitándose su capa y colocándose la a ella para cubrirla; tomando su mano, caminaron en dirección a la torre en donde ya estaban los guardias rodeando la pelea entre Theodorus y Alexander,  otros con sábanas sacaban los cuerpos de aquellas cómplices.
Ver como los cuerpos de las jóvenes salían de esa forma, era triste, no todos podían salvarse de un destino cruel; desviando la vista, prefirió ver el combate entre ellos dos, escondida junto a Nicolás entre los guardias.

Theodorus: He soñado con este momento desde hace tiempo, incluso si luego muero por traición, me iré sin remordimientos.

Alexander: No interfieran guardias, es una orden. Es difícil de creer que un costurero vaya a ganarle a un príncipe; más que títulos inútiles, la experiencia es lo que se pone a prueba.

Las espadas empezaron a chocar, los movimientos eran estratégicos mientras otros torpes, el murmullo de los guardias ante el combate se convertía casi en la burla por el joven castaño. Todo iba a favor de Alexander, sin embargo, proveniente de un árbol a la distancia una flecha llego a sus pies, por tratar de esquivar la perdió el equilibrio cayendo sentado sobre el césped verde; aprovechando la oportunidad, el contrario todo velocidad contra el príncipe intentando acabar con su vida.

Maira: (Sabian que Theodorus por su cuenta no lograría nada, Maira, prestarme tu fuerza al menos unos segundos...)

La espada del joven príncipe estaba clavada en la tierra, mientras este arrugó su rostro ante tal cobarde acto del contrario y sus cómplices; el filo de Theodorus apuntando al corazón fue detenido por la mano de Maira quien intervino el ataque, recibiendo una cortada en la palma de su mano que ha cierto punto era soportable.

Alexander: ¿Q-qué...haces?

Theodorus: ¡Maira, apártate!

Maira: Theo...es tiempo de acabar con tu sufrimiento.

La peli verde sin soltar la espada del contrario, empuñó la espada que estaba clavada en la tierra con firmeza, apuntando al castaño con una mirada nunca antes vista, fuertes como un depredador; Theodorus retrocedió con cierto miedo, desde su perspectiva, veía a dos Mairas empuñar la espada, una sonriendo y la otra con determinación. Sin poder protegerse ante el agarre, cayó al suelo con una herida en el pecho que no paraba el sangrado.

Maira: Lamento haberte hecho pasar por tanto y no corresponder tu amor, Theo, te deseo lo mejor en tu próxima vida.

El silencioso ambiente sucumbió a todos, como una pequeña y débil dama había interferido el duelo e acabó con el enemigo. Alexander se puso de pie caminando hasta Maira para atender su herida con un pañuelo y observarla detenidamente, esta solo desvió la vista demostrando aún estar molesta.

Alexander: Perdóname, te has terminado ensuciando las manos en algo que no debías.

Maira: Te equivocas, todo esto es debido a mi; por cierto, ¿eso es todo? ¿Acaso no se te olvidó algo importante?

Alexander: ¿Algo importante? Pues~ creo que no, el plan salió bien, el permiso llegó a tiempo y no hay pérdidas en cuanto personal.

Maira: Deberíamos festejar por tu espléndido p-l-a-n~, ¿no crees? Permítame darle un regalo

Dejo caer la espada al suelo, tomando fuerza y abofeteando la mejilla del contrario soltó un suspiro pesado pero ya más conforme sobre la situación; Alexander se tocó después del golpe sintiendo el leve ardor, los guardias estaban atónitos ante como la dama había golpeado al príncipe frío de Raolet sin temor.

Alexander: Ah, ja, gracias por recordarme, lamento haber llevado a cabo ese plan sin su consentimiento. Prometo que no volverá a pasar.

Maira: Estoy segura que no va pasar de nuevo, el acuerdo acaba de finalizar se, ya no hay necesidad de continuar. Tu familia está a salvo, y ya no necesito protección, es momento que busques una pareja.

Alexander: ...

Fin del capítulo

Salvando al ProtagonistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora