Capítulo 8: Leo mentes.

2.7K 148 14
                                    

¿Nunca se han preguntado qué se siente estar al borde de la muerte?

Yo lo había hecho un millón de veces de pequeña, sobre todo cuando mi padre murió. Me preguntaba dónde estaría, cómo estaría, si me miraba y todo tipo de cosas así. Nunca me las podría responder en vida, claro.

Luego, cuando crecí, me enfrenté varias veces cara a cara con la parca. Claro que no puedo explicarles cómo fue, no tendría palabras para describir el miedo, terror, desesperación, urgencia y alivio que sentí.

Obviamente al no haber muerto no tenía respuestas para mis preguntas. Y, en cierto modo, me sentía agradecida de que así fuera.

Pero ahora, en ese momento tan desesperante y desagradable, no sabía exactamente qué buscaba.

Por un lado solo quería escapar de mi vida. Ser normal. No me importaba buscar al amor de mi vida y que este no fuera un ángel caído muy tierno, o un demonio sexy. Solo quería normalidad. Y como no había forma de obtener lo que buscaba, me quedaba una decición que tomar. Así todo terminaría.

Por favor, no piensen que soy una suicida o algo por el estilo. Claro que no.

Pero en ese momento tenía un solo pensamiento: salvar a Jayden. Claro que, ocurriera lo que fuese, ese era mi objetivo. Pero con esta otra opción los dos salíamos vivos. Tenía que distraer lo suficiente a los dos gorilas para darle una oportunidad. Si era lo suficientemente rápido, podía salvarme yo también.

Solo le dejaba lo que restaba al destino.

-¡¿Qué?!- gritó Jayden ajeno a mis pensamientos.

Oh, claro, también estaba la posibilidad de que el que se desconcertara fuese él y no los otros dos.

-Sería un placer, bonita.- murmuró Bobby aumentando la presión sobre mi pecho. Casi pude oír mis costillas cediendo.- Pero no me puedo dar ese gusto. Mi jefe quiere hacerlo por mano propia. Pero yo puedo torturarte.

Todo se derrumbó ante mí. Todo. Mi plan, mis esperanzas, absolutamente todo.

¡No podía permitirme otra muerte por culpa mía!

-Y-yo...- no podía pronunciar palabra. El aire ya era algo que escaseaba en mis pulmones.

-¿Tú qué?- gruñó sobre mí.

Pude sentir un alarido y rápidamente guié mi vista hasta Jayden. Se había acercado, pero tenía la camisa rasgada y llena de sangre.

¡Es tu culpa! ¿Acaso no te diste cuenta de que matas todo lo que te rodea? Esta vez le di la razón a mi subconsciente. Lo único que me quedaba era apelar al llanto, pero ni soñando.

-C-contusión... Y-yo...- cada palabra igualaba a un jadeo.

¡No te puedes desmayar ahora!

-No te entiendo, habla bien.

-N-no...- gemí con agonía.

-Creo que necesitas un empujón para que las palabras abandonen tu lengua.- dijo con sorna aflojando su rodilla solo un poco.- Mark, mata al chico.

Abrí los ojos como platos y tomé una bocanada de aire que entró a duras penas. No me había percatado hasta ese momento que la navaja suiza estaba a mi lado. Con un leve movimiento de dedo la tomé y la clavé con furia en la pierna de Bobby. Este soltó un gran alarido y se quitó de encima.

Saqué el pequeño objeto incrustado en su piel y lo volví a hundir en su estómago.

¿Quién estaba peor?

Ahora, con la adrenalina corriendo por mis venas, me puse en pie y me tiré sobre el tal Mark. Ya sin navaja lo mejor que se me ocurrió fue morderlo. Mastiqué su oreja hasta que sentí el caliente sabor a sangre por mi boca.

She's a Fighter ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora