Capítulo 11: Caída libre.

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-Hola, Kath.- saludé a la nueva recepcionista de Raynold. La anterior estaba de licencia por maternidad. Al parecer estaba embarazada y por algunas complicaciones debía quedarse en su casa hasta el parto.

-¡Chloe!- me dio dos besos, uno por cada mejilla y revolvió el pelo de Judy.- ¿Cómo estás?

-Muy bien, por suerte. Ya puedo volver a mi labor.- pronuncié con una sonrisa cálida.

Esa chica me caía bastante bien, ya fuera por su cabello azul o porque su personalidad era parecida a la mía. Ella también me sonrió y sus ojos se achinaron a causa de eso. Era muy simpática.

-Necesitarás mucha suerte, Chloe.- me dijo en tono confidente y bajando la voz.- Sather está de un humor de perros. Creo que está cabreado con ustedes dos. Jayden y tú, digo.

Reí porque sabía que era cierto y porque me divertía su acento inglés. Definitivamente me hubiera gustado poder hablar así, era encantador. Apuesto a que muchos caían solo por eso.

-Gracias, Kath. Ahora debo entrenar con Judy, pero en cuanto termine me paso por aquí para seguir hablando.

Ella asintió y continuó llenando un par de formularios y haciendo cálculos matemáticos muy elaborados.

Tomé la mano de la niña que tenía una mueca de disgusto y le di un apretón.

-Tranquila, cielo. Tú solo entrenarás dos horas.- me acerqué a su oído.- Yo cinco.

-No tengo muchas ganas, Chloe. No quiero entrenar.

-Yo tampoco, pero debemos hacerlo. Tienes que aprender a defenderte sola.

Tiré de ella hasta el elevador y subimos sumidas en un silencio profundo. Cuando llegamos a la última planta y entramos en el salón de entrenamiento me encontré con el enorme ventanal abierto de par en par y Jayden tirado en el suelo sin camisa y todo sudado. Tenía la respiración entrecortada y se notaba a millas que intentaba regular su ritmo cardíaco.

No lo veía desde hacía tres días, en el parque.

-¡Jay!- gritó la niña y se abalanzó sobre su pecho y lo rodeó con sus pequeños brazos.

Él se limitó a reír y abrazarla mientras me miraba fijamente. Le sostuve la mirada, tan intensamente como pude para incomodarlo. No parecía reaccionar a lo que Judy decía, así que aclaré mi garganta, todavía sin apartar los ojos.

Al final, Jayden perdió la guerra.

-Las estaba esperando.- dijo poniéndose en pie

Sonreí lentamente y me metí de cabeza a entrenar.

(***)

Un chorro helado de agua me recorrió con gozo la espalda sudada. Parecía caer en cámara lenta, gota por gota, aliviando el calor abrasador que sentía. Cinco horas de entretenimiento mínimo más una agregada por mí eran suficientes para dejarme agotada.

Sentía las piernas agarrotadas y el pelo apelmazado. Cada respiración me ardía y amenazaba con sacarme algunas lágrimas inevitables. Tenía los pulmones desinflados y resentidos, pero a pesar de todo, ese dolor me sentaba bien.

Masajeé mi cuero cabelludo y dejé que el agua se llevara la espuma, como se iba llevando los nudos de mi cuello.

Las perlas de sudor que antes cubrían mi sien ahora habían desaparecido dejando una agradable sensación en su ausencia.

Cuando terminé de bañarme, alargué la mano para tomar mi toalla y me envolví para poder salir y vestirme.

Las duchas estaban desiertas y no se escuchaba nada más que mis respiraciones y algunos caños goteantes. Odiaba tener que ducharme en el mismo edificio en donde trabajaba, pero solo me quedaban quince minutos para presentarme en la oficina de Sather. Por más de que manejara a cien kilómetros por hora, no alcanzaría a llegar a tiempo.

She's a Fighter ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora