Capítulo 7: ¡Fiesta! Parte 2.

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Me puse de pie de un salto y Luke resopló con cansancio... ¿o tal vez era hartazgo?

-¿Qué sucedió?- pregunté dudando si ponerme los tacones o no.

-No hay mucho tiempo para explicaciones. Unos matones entraron y lo golpearon. Se escondió pero antes me pidió que te llamara.- respondió Sam intentando tirarme de la mano.

Decidí que ponerme zapatos sería innecesario pero arruinaría mi estilo. ¡Qué estaba pensado, por Dios! ¡Chloe, reacciona!

Me reí mentalmente de mí misma y corrí lo más rápido que pude hasta llegar dentro de la fiesta. No me costó nada identificar a los grandes gorilas. Eran dos y sobresalían a comparación del resto de los presentes. Vestían todo de negro y eran calvos. Sus ceños estaban tan fruncidos que sus cejas formaban una sola.

-Oh, mierda.- murmuré cuando, sin querer, llamé la atención de uno.

Sí. Su cicatiz me había confirmado lo que temía: me habían seguido el rastro desde Manhattan.

Rápidamente me di la vuelta, doblé un poco mis rodillas para aparentar ser más baja y tomé a un chico cualquiera.

Me pegué a él y comencé a bailar como todos los demás. Tan pegada a su rostro que sentía su aliento a alcohol.

-Vaya, vaya... Chloe Madox al fin se fija en mí.- susurró en mi oído.

Su comentario me hizo dudar un poco pero continúe bailando. Eché un par de miradas al rededor y me di cuenta de que los matones se acercaban a mí. Creo que el de la cicatriz se llamaba Bobby. Lo había escuchado durante los momentos de espionaje.

-¿Puedes besarme?- dije casi sin pensarlo. Tal vez, y solo tal vez, si ocultaba mi rostro no se darían cuenta de que era yo. ¡Ni siquiera se habían fijado en la flexión de mis piernas!

-Lo que desees.

Y me besó.

Suena raro decirlo. A ver, probemos de nuevo: me besó. Un completo extraño me besó. Y yo lo había pedido.

Estuvimos varios minutos así. Y no de esos minutos que pasan volando, como corriendo una carrera. Estos eran minutos-tortugas.

A decir verdad, él no besaba nada mal. Sus labios eran suaves, pero había desesperación en sus movimientos. Su boca también despedía sabor a Vodka y menta. No era desagradable, pero tampoco una mezcla embriagadora.

¡Dios! ¡Lo que tenía que hacer para salvarme!

Se separó un poco para tomar aire, pero en su mirada estaba claro que quería ir a por más.

-Ya está.- lo frené poniendo una mano en su pecho pero aún bailando.- ¿Cómo te llamas?

-Eric.- me guiñó el ojo.- Estoy en tu clase de Historia del Arte.

Me sorprendió un poco, pero ahí la explicación al vago recuerdo de su cara que tenía en mi mente.

-Gracias, Eric. De verdad, me ayudaste mucho hoy.

-No hay problema. Te ayudo cuando quieras.

Me alejé de él al comprobar de que Bobby y su compañero se habían ido. Probablemente estarían revisando las otras partes de la casa. Con mucha suerte tendría tiempo de escabullirme por las escaleras y buscar a Jayden. Con mucha esperanza intenté convencerme de que estaría arriba.

Caminé con cuidado por entre la gente pero con paso apresurado. No podía ver a Michael para advertirle... ¿de algo servía rogar para que estuviera a salvo?

Llegué al primer escalón y nadie me estaba viendo. Subí rápido, intentando medir mis pasos y ser silenciosa. Esa escalera era infinita y, cuanto más arriba, más silencio había.

She's a Fighter ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora