Capítulo 10: Hambre, no moscas.

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Apoyé mi frente contra la puerta del baño y cerré los ojos con fuerza. Todavía podía escuchar las risas de Sam y Jayden al otro lado. Incluso Judy se notaba divertida.

Se habían estado burlando de mi error durante horas. Era realmente insoportable, no podía aguantarlos ni un segundo más.

Me di la vuelta, decidida a hacer algo y encendí la ducha. Puse música en mi móvil mientras me desvestía y me metí debajo del agua. No tardé demasiado porque solo mojé mi cabello, no me detuve a lavarlo como acostumbraba a hacer.

Una vez que terminé, salí envuelta en una toalla y chorreando agua. Tomé una sudadera enorme que me había regalado Mike y unos jeans ajustados. Eché a todos de la habitación para poder vestirme en paz y, cuando acabé, salí dando fuertes pisotones del apartamento.

Ahora, ya en el corredor, podía escuchar voces preocupadas dentro. Sonreí y bajé por el elevador que, para mi sorpresa, estaba justo en mi planta.

En la sala común había varias plásticas hablando entretenidamente mientras señalaban sus uñas y tocaban sus peinados. Todas se giraron a verme con asco por mi ropa cuando casi tropiezo con la alfombra.

-¿Qué?- le espeté a una en particular. Esta no podía despegar su mirada de mí y por su expresión parecía a punto de vomitar.

-N-nada.- se excusó con una sonrisa falsa llena de nerviosismo.- ¿Eres un chico?

No pude evitar reír animadamente. De verdad, no podía parar. Incluso pude sentir que algunas lágrimas saltaban de mis ojos por las risas.

-¿Qué?- pregunté todavía muy divertida.

-Te gustan las chicas. ¿Cierto?

-No. Para nada, solo chicos.- la estudié atentamente con la mirada. Si no hubiera tenido tanta prisa, tal vez hubiese repuesto con ironía.- ¿Te conozco?

-No lo se. Yo soy del departamento de arte.- respondió mirando a sus compañeras con cautela.

-Yo curso historia del arte, soy Chloe Madox.

-¿Tú eres Chloe? ¡Mi novio está loco por ti!- gritó otra rubia.

Abrí mis ojos como platos y solo esbocé una sonrisa incómoda. Las piertas del elevador se cerraron y este comenzó a subir. Por las escaleras se escuchaban pasos apresurados y demasiado fuertes.

Se me acababa el tiempo para irme.

Corrí como pude, intentando no hacer demasiados esfuerzos, hasta la puerta trasera y salí. Respiré hondo el aire fresco y casi me abalancé sobre mi Ninja.

-Te extrañé, preciosa.- susurré mientras me calzaba el casco y encendía el motor.

Bueno, tal vez los medicamentos me estaban afectando un poco.

Me acomodé en el asiento y apreté el acelerador. Salí casi disparada por las calles, estaba desesperada por salir del campus. Lo necesitaba.

Como acostumbraba, algunas personas me saludaron al pasar mientras yo estudiaba todo con los ojos. De la nada un chico moreno me gritó desesperado y no pude evitar fijarme en él.

Michael.

-Mierda.- murmuré y aceleré aún más. Por el espejo retrovisor pude obtener una clara imagen de mi hermano corriendo, intentando alcanzarme.

Atravesé las puertas del campus y en cuanto me encontré sobre la carretera me sentí libre de hacer lo que quisiera. De escaparme unas horas, fugarme un rato. Sonaba divertido, relajante e incluso peligroso. Claro que sí, yo corría peligro vagando por doquier. Bueno, lo necesitaba. Vaya que sí.

She's a Fighter ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora