Capítulo 2 y 3

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Capítulo 2

¿Un harén?

Durante treinta segundos, Maria simplemente miró a Esteban con los brillantes ojos verdes muy abiertos. Entonces apretó los labios en una línea muy fina.

—Muy divertido —dijo mientras luchaba contra la amargura que amenazaba con envolverla.

—Eres tú la que está en mi mundo ahora —comentó Esteban con indolente frialdad. Sus velados ojos oscuros se deslizaron sobre ella como una caricia física—. Cuando salgas de ahí, serás una mujer totalmente diferente.

Con actitud agresiva, los pies separados y los brazos tensos, Maria temblaba

—Si me vuelves a hablar, de esa manera, te daré un puñetazo que te hará tragar los dientes.

Una sonrisa suavizó la dura boca de Esteban y sus perfectos dientes blancos resaltaron contra la piel dorada. La examinó con intenso placer.

—Mi padre siempre decía... ¿merece esta mujer un incidente diplomático? Si él te viera ahora, ni siquiera hubiera hecho esa pregunta.

—¿Qué quieres decir con un incidente diplomático?

—Más pronto o más tarde te echarán dé menos —señaló él con delicadeza—. Harán preguntas y habrá que dar respuestas. Los de Foreign Office llamarán a nuestro embajador en Londres. Pero sospecho que pueden pasar semanas hasta llegar a esa situación.

—¿El Foreign Office?

Maria sacudió la cabeza con incredulidad.

—Verás, en tu vida hay poca gente como para notar tu ausencia. Tú escribes a tu madre una vez al mes y con tu hermano no te comunicas. Tu única amiga está pasando su luna de miel en Sudamérica y en cuanto a tus colegas académicos... —Esteban enumeró aquellos hechos con el mismo tono calmado y medido como si no se diera cuenta de su creciente incredulidad—. Ahora están disfrutando de sus largas vacaciones de verano. Dudo que esperen siquiera noticias tuyas. Encuentro que tu vida de aislamiento es un triste testimonio de tu maravillosa civilización occidental.

Maria se humedeció los labios.

—¿Có... cómo sabes todas esas cosas de mí?

—Una agencia de investigación.

—¿Me has puesto a un detective? ¿Cuándo? ¡Si ni siquiera sabías que venía a Datar!

—¿Que no? Una generosa donación a tu universidad aseguró tu llegada.

—¿Perdona?

Maria sintió un nudo de tensión en la garganta.

—¿Por qué crees que tus superiores insistieron en que la investigación se realizara en Datar?

—Las tribus nómadas de aquí no han estado tan expuestas al mundo moderno como en otros países —le informó ella con aspereza apretando las manos.

—Cierto... pero, ¿quién sugirió el tema de tu investigación?

Maria se quedó rígida. La idea había surgido de sus superiores, no del departamento de antropología.

De hecho había habido murmuraciones resentidas porque las oportunidades de hacer investigación en un país extranjero eran muy escasas últimamente.

—Estoy donando a tu universidad una biblioteca nueva y mi representante inglés acentuó su interés especial en Datar y también mencionó lo impresionado que estaba con la serie de conferencias que habías dado el año pasado e insistió en un anonimato absoluto a cambio de la donación.

La Prometida del desiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora