veintiocho: 𝔪𝔞𝔡𝔯𝔢.

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2020.

Es mediados de noviembre, el frío comienza a calar por los huesos y congelarte de apoco, las lluvias han hecho acto de presencia hace semanas y el invierno está enfrente de sus ojos.

Jisung está sentado en una de las mesas cerca de la barra haciendo tareas, ha llegado hace una hora y no se ha movido de ahí por nada del mundo. La noche anterior le había mandado un mensaje contándole que su madre se había enterado de que se estaban viendo y Mark había pegado un grito al cielo, no podía solo quedarse con solo esa información y Jisung parecía querer torturarlo.

Se sentó a su lado y dejo dos tazas en la mesa. Jisung miró su capuchino y luego miro a su hermano mayor, quien estaba de brazos cruzados mirando hacia otro lado.

– ¿Ocurre algo hyung? – Dejo el lápiz sobre su cuaderno y cerro todo.

– Ayer me mandaste un mensaje. – Tomo la taza con sus dos manos y apoyo sus codos en la mesa, evitando la mirada de su hermano en todo momento, sentía que su corazón se le iba a escapar por la garganta.

– Mamá quiere verte.

Mark tiembla en su lugar, porque diablos Jisung tiene que ser tan director para decir las cosas. Siente las manos frías de su hermano en sus muñecas tirarlo hacia él.

– Has alargado demasiado este momento, hyung.

Se van a cumplir unos siete meses desde que volvió a tener relación con su hermano y sabe que debió haber hablado con su madre hace bastante, pero no se sentía preparado para esa situación. Las pesadillas de su padre golpeándole volvían cuando pensaba sobre este tema y la decisión sobre visitar a su madre iba posponiéndose hasta que su madre termino descubriendo que Mark había vuelto a aparecer en la vida de Jisung.

– Podrías venir a casa si quieres.

Los ojos de su hermano comenzaron a brillar con solo la idea de tener a los tres reunidos de nuevo, ¿Cómo podía negarse ante él?

Una semana después termino frente a la puerta de su casa con las manos temblando mientras se sacaba el sudor de ellas frotándolas con la tela del pantalón. Se sacó la bufanda justo en el momento en que Jisung abrió la puerta y todo se comenzó a hacer mucho más real que nunca.

Pudo ver el lugar donde paso la mayoría de su infancia, jugando o siendo humillado. La mayoría de los muebles seguían siendo los mismo y aún estaba ese olor característico de su madre flotando en el aire. Jisung le tomo de la mano y le tiro hacia dentro de la casa para cerrar la puerta. Se saco sus zapatos y colgó su abrigo, bufanda y bolso en las perchas para poder avanzar hacia la sala.

– Esta en su habitación arreglándose para el gran encuentro.

Su hermano parecía demasiado emocionado a comparación a él, que solo era un manojo de nervios y ganas de llorar.

– No puedo hacerlo. – Dijo cuando vio una foto colgada en la pared de él con solo dieciséis años junto con un Jisung de catorce demasiado alto y delgado en el patio de la casa de sus abuelos maternos. Ese día su padre le había dado una paliza por enterarse que Jaemin tenía novio, gritándole que no podía seguir juntándose con él.

Cuando sintió los pasos de su madre bajar las escaleras se dio cuenta que ya estaba en la entrada volviéndose a colocar su abrigo con un Jisung evitando a toda costa que se fuera. Se quedó quieto cuando escucho su nombre detrás de él.

Comenzó a llorar incluso antes de tener que ver a su madre. Dios, la había extrañado demasiado y la tenía tras de él y no podía darse la vuelta para verla después de años.

Tú puedes.

Escucho la voz de John en su cabeza y recordó todas las veces que le alentaba a seguir a adelante a pesar de todo.

Con el abrigo colgando de un brazo se volteo para ver el rostro de su madre y las lágrimas que recorrían sus pómulos marcados. La mujer se acercó a él con las manos tapando su boca y cuando estuvieron de frente le tomo por las mejillas y limpio sus lágrimas.

– Mi niño, mírate. – En ningún momento dejo de acariciar el rostro de Mark que temblaba ante el toque. – Has crecido tanto. ¿Ha sido difícil bebé? – Mark asintió dejando soltar los sollozos que ha tenido guardados desde hace días y su madre solo puede atraerlo a su cuerpo y protegerlo entre sus brazos, Jisung se une al abrazo rodeando ambos cuerpos con sus largos brazos. – Ya está, Minhyung, has vuelto a casa, todo estará mejor ahora. – Le beso la frente y todo se sintió perfecto ahí, junto con su familia de nuevo.

Con John | ʲᵒʰⁿᵐᵃʳᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora