catorce; parte uno

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Recostado entre las sábanas, Mark miraba expectante en como el Sol iluminara el cielo de una vez para poder levantarse y comenzar su día.

Han pasado cuatro días donde John le contó que le fue infiel, cuatro días donde ha vivido en un constante limbo de tranquilidad y asombro, donde no ha dormido lo suficiente por lo que la mayoría del día está recostado en algún baño vomitando por los mareos que le causa no dormir.

John está durmiendo en el sofá, no sabe cómo el menor no le dijo que se fuera o que él mismo se haya ido del departamento por lo que no pregunta, solo mira al menor como se mueve entre el departamento sin emitir algún sonido ni ruido, como si fuera un fantasma.

Se levanta cuando la alarma de su celular suena y la apaga de inmediato, toma su ropa y se esconde en el baño. John ya se ha levantado, tiene el desayuno preparado y bebé de su café viendo las noticias matutinas desde el taburete de la cocina.

Las gotas de la ducha caen sobre su cabeza, y Mark se pregunta si él tiene la culpa que haya ocurrido todo esto, y se responde a sí mismo que sí porque si no fuera así, John no lo hubiera engañado. Quizás ya no era lo suficiente para él. ¿Se habrá vuelto menos atractivo ante sus ojos? ¿Era la diferencia de edad? Pasa sus dedos por el rostro estirando la piel hasta que no puede aguantar el ardor en los ojos, sus lágrimas se mezclan con el agua y siente que se va a desmayar en cualquier segundo.

John sigue sentado en el taburete cuando sale del baño, su taza está vacía y ya debía haberse ido al trabajo pero el pelinegro no dice lo que está pensando porque está muy cansado para hablar, ha llorado demasiado en silencio y no ha dormido lo suficiente, se le ha agotado toda su energía en tratar seguir su vida, concentrarse en respirar y en sus estudios y trabajo.

Toma un tazón y lo llena de cereal con leche, ignorando por completo el desayuno que le había preparado el castaño porque tiene demasiado asco de comer algo que ha tocado sus manos cuando tocaron un hombre ajeno. No ha tomado sus antidepresivos por lo que anda más sensible y receptivo que nunca, su mente trabaja día y noche para herir cada parte de Mark, para decirle que haga malas decisiones como la que acaba de tomar; John le estaba mirando mientras llevaba su primera cuchara a la boca y no se da cuenta cuando toma el tazón y arroja su desayuno en el rostro y traje del mayor.

El mayor solo ahoga un grito en su boca, no tiene derecho a decir nada y entiende al menor. Se levantó del taburete y se va al baño a limpiar y cambiarse.

Mark toma sus llaves y bolso para largarse del departamento.

Con John | ʲᵒʰⁿᵐᵃʳᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora