ocho

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Mordiendo la tapa de su lapicera pensaba a qué hora llegaría John. Eran las doce de las noche y no le había avisado que tenía una fiesta de su empresa, tuvo que enterarse por las historias de Instagram de sus compañeros de oficina. ¿Ese era Tae Yong bailando arriba de la mesa? Dios, no quería encargarse de un John Seo borracho un jueves por la madrugada cuando mañana tenía un examen importante.

Lo llamó una, dos, hasta siete veces y se cansó. Toda las veces le mandó a un buzón de voz en el primer tono, John le estaba cortando la llamada y no podía darle alguna excusa decente. No quería tener que pensar en las posibilidades de que secuestraron a su novio y no en la materia para un par de horas más.

John estaba siendo demasiado egoísta. ¿Cómo no pensar en su futuro? Lo habían hablado millones de veces y en todas siempre acordaron que debía terminar sus estudios antes de pensar en cualquier otra cosa. ¿Por qué esta actitud diferente?

Mark estaba volviéndose loco. Caminaba de un lado hacia el otro en la pequeña sala del departamento. Con teléfono en mano, llamaba y mensajeaba a John hasta que se aburría, le gritaba al aire y lloraba un poco de preocupación, luego volvía al estado de rabia e impotencia y se repetía el ciclo.

A las cuatro y algo de la madrugada, la puerta se abre sigilosamente. John se ríe suavemente como si fuera un pequeño niño que podrían atrapar por la gran travesura que acaba de hacer, pero en cambio de estar esperándolo un Mark lleno de rabietas y un mar de lágrimas, se encontró con un Mark acostado en el sofá durmiendo entre medio de sus apuntes medios arrugados.

Se sintió mal cuando recordó el examen de unas pocas horas más que le tenía nervioso hace semanas, ¿tan mal novio era para no preocuparse de su pequeño león?

Realmente quería tomarlo en brazos y llevarlo a la habitación para dormir hasta que se volviera a esconder el Sol, pero su estado etílico probablemente provocaría que los dos se cayeran y terminarían en urgencias. Decidió tomar todos aquellos molestos papeles y lápices de colores y acomodarlos por el suelo alfombrado, y con cuidado se recostó al lado del pequeño cuerpo de su novio, abrazándolo desde atrás.

Mañana le pediría perdón, si. Sería un buen novio para Mark.

- ¿Por qué no me avisaste, John?

El despertar fue realmente agradable para los dos, evitando el gigante dolor de cabeza de John por beber tanto la noche anterior y por dormir muy poco. Se mimaron un par de minutos hasta que a Mark se le iluminó el rostro con rabia cuando sintió olor a cerveza y cigarrillo en la camisa de su amado novio.

- León, creo que deberíamos hablar esto después de tu examen, ¿no crees? -John le seguía por todo el departamento en ropa interior y una camisa mal abotonada, mientras Mark se arreglaba para irse a la universidad.

- No me digas que hacer Seo Youngho, puedo separar nuestros problemas y mis estudios. - Regañaba a su novio con su cepillo de dientes en mano. - Solo dime porque no me avisaste ayer que no ibas a llegar a una hora prudente, ¡me ignorabas las llamadas!

- Chittaphon me quito el teléfono -Podía ver cómo a Mark le daba un tic nervioso con solo nombrar a su amigo y compañero de trabajo.

- Fuera de mi vista, Seo. - Todavía con cepillo de dientes en mano, apunto la salida del baño para encerrarse ahí.

Cuando estuvo enfrente de su examen, no podía concentrarse. Seguía pensando en las posibilidades que John pudo haberlo engañado con aquel Chittaphon la noche anterior, ¿debería preguntarle a Taeyong? No es una buena idea, no debe recordar nada de la noche anterior. Quizás...

Ni siquiera se dio cuenta cuando el profesor aviso que quedaban treinta minutos para terminar y Mark solo tenía terminada dos páginas de seis. Quería arder en el infierno.

Al entregar su mediocre examen al profesor salió casi corriendo en dirección a los baños de la facultad, ni siquiera se dio el tiempo de ver que John estaba sentado en las sillas fuera de la sala esperándolo con su característica sonrisa y un pequeño ramo de flores entre sus manos nerviosas.

Se encerró en un cubículo y entre lágrimas balbuceaba palabras. ¿Cómo podía ser tan estúpido en no poder concentrarse en su examen? El cual valía demasiada nota, y que capaz tenga que volver a repetir el ramo el próximo semestre por su estúpido cerebro que empieza a pensar en Seo y su supuesta infidelidad en vez de la materia.

- ¿Mark? -bCon sigilo el mayor entró al baño. - ¿Bebé? - La voz de John temblaba. - León, estoy aquí.

- ¡Vete! - Chillo entre sollozos - ¡Todo es tu culpa!

Si Mark hubiera visto como la cara de John se había descolocado y como se rompió su alma con solo esa frase, se hubiera retractado y lo hubiera detenido a qué se fuera, dejando el ramo de flores en el suelo frío de aquel baño del segundo piso de la facultad de nutrición.

Si Mark hubiera sido un poco menos egoísta, quizás esta historia tendría otro rumbo.

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Con John | ʲᵒʰⁿᵐᵃʳᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora