Desconocido
Es tan pequeña y delicada, parece una muñeca de porcelana a la que maquillaron de manera vulgar. Su cabello rubio está esparcido por la almohada mostrando lo largo y abundante que es, sus finos labios están entreabiertos dejando ver lo inocente de su rostro. Su cuerpo totalmente estirado sobre la cama solo con su ropa interior me da un indicio de que ya no es una niña. Sus grandes ojos empiezan a abrirse viendo al rededor y por último a mí, la sonrisa que se despliega por mi cara es casi inevitable, su mirada de terror me alimenta el ego.
—T-tu... no—dice mi nombre entre tartamudeos.
—Oh, pequeña Adeline, esto es lo que querías—acaricio su rostro con mi mano enguantada—ser libre de tus padres, de las exigencias del Biencreismo ¿No?.
—No... por favor—se le escapa un sollozo.
—No llores muñequita, no me gusta que estés triste—seco sus lágrimas.
—¿Dónde estoy?—su cuerpo tiembla al darse cuenta que no está vestida.
—Cerca de casa aún, ¿quieres volver?—asiente rápidamente—lamento que no va a ser posible, estoy haciendo tu sueño realidad y me agradeces ¿queriendo volver?, oh no—niego chasqueando la lengua.
—¿Por qué tú?—se mira sus manos—suéltame por favor.
—No puedo muñequita, ni aunque quisiera—acaricio las ataduras de sus muñecas.
—Juro no decir nada, esto morirá conmigo y contigo nada más, por favor—me ruega lo que hace que mi polla empiece a tener vida.
—No hagas eso pequeña—paso mi dedo por sus labios descubriendo más de lo que ya sabía, son tan suaves—me incitas a hacer tantas cosas con esa pequeña boca...
Mi mente viaja a años atrás, con una niña parecida a ella pero mucho más pequeña, que con su pequeña boca hacía magia...
Borro esos pensamientos, esa niña ya no existe. Ahora es solo un recuerdo que no debe volver.
Me levanto abruptamente de la cama dejándola llorando, suplicando por su vida. Por mucho que eso me exite, no puedo hoy, ni ahora. Es una invitada que no va a salir de esta casa, al menos no con vida.
Me detengo en la cocina buscando agua para la pequeña personita que está en la habitación y un sándwich de pollo, hace horas no come ni toma nada, debe estar hambrienta. Alejo de mi mente recuerdos de una niña corriendo por esta misma cocina pidiendo comida o un vaso de leche caliente para dormir.
—¿Me vas a envenenar?—mira con desconfianza la comida y el vaso que le ofrezco.
—Nunca haría eso—dejo el plato en la mesa de noche—eres mi invitada, sería de mal gusto darte algo envenenado—le corto las ataduras.
—¿M-me dejarás...?
—No—la interrumpo—eres libre de pasear por la casa—eso parece ilusionarla—mas no de salir, no hay salida de este lugar que no esté bloqueada—señalo las ventanas.
—¿Me puedo vestir por lo menos?—señala su casi desnudez.
—Claro, enseguida te traigo una muda de ropa—me levanto de la cama—por favor, no hagas ningúna locura, a tus padres no les gustaría saber que su hija se suicidó por estar embarazada—su cara se pone más blanca de lo que ya es, lo que me hace sonreír.
Busco entre el montón de ropa que hay, las más olvidadas. Encontrando ropa de cuando ella era pequeña, trayendo recuerdos gratos. Sus gritos de dolor, o de placer, como me gustaría llamarlos. Cierro los ojos repitiendo.
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Marianne
Mystery / ThrillerEn el pueblo de Zincart todo es muy tranquilo y pacífico, perfecto para vivir de viejo o incluso con la familia. Un fin de semana aquí te puede sacar todas las tensiones. Pero no todo es lo que parece y Marianne lo sabe, en este pueblo hay más secre...