Erika
Camino tranquilamente por el centro del pueblo rogando por encontrarme con cierto pelirrojo hermoso que me trae loca. ¿Estará mal que quiera hacer que se quede por mi?, Sé que no vino solo, siempre están en grupo, pero me gusta mucho. Algo le intereso, lo sé, porque sino no se hubiese parado a hablarme esas veces.
Veo a Sean caminar hacia mi con una sonrisa.
—Hey.
—Sean—le sonrío.
—¿Sabes algo de Marianne?, Está algo rara últimamente, ya ni se la ve—se cruza de brazos haciendo que se le marquen los músculos en la camisa que lleva.
Sean es el típico crush de todas, excepto de Marianne. Esa perra... me lo quitó cuando apenas teníamos seis. Entiendo de que apenas eramos unas niñas pero, siempre va delante de mí y me opaca.
Gracias al bien, que ahora esté tan desaparecida. Agradezco a nuestro padre por creerme, y lo bueno es que Marianne me creyó.
—Desde que somos mujeres, casi ni la veo—le sonrío.
—¿Desde que se fué Ade?.
—No lo sé, ni siquiera noté su ausencia—tomo un mechón de mi cabello jugando con él—¿Tú sí?.
Claro que me gusta Sean, pero Etzatlan le gana por mucho, aunque sea algo seco.
—Iba a ser mi esposa Erika, obvio que noté su ausencia—rueda los ojos.
—Oye, no te enojes—me acerco un paso más.
—Olvídalo—niega y pasa por mi lado.
Me choca un poco que todo el mundo sea tan estúpido, se creen que tengo la vida servida en bandeja de plata. Pero no, maldita sea, no. Zincart está tan podrido por dentro, y es feo poder ver a todos sus monstruos caminando por las calles como si nada.
Sigo caminando ignorando lo que termina de pasar. Siempre me fijo en los pequeños detalles del pueblo, como que la mayoría de las que se consagraron mujeres ya tienen novios, o mejor dicho, futuros esposos. Aunque la mayoría soñaban con salir de el pueblo se conformaron con esto. Nuestros sueños son fuertes, nuestros deseos hay que saber controlarlos. Porque no sabemos si es lo que realmente queremos para nuestra vida, es una enseñanza muy valiosa entre un pueblo de monstruos.
Veo a una extraña caminar rápidamente a las tiendas de ropa. Es algo normal que haya extraños en el pueblo, pero hay algo que me huele mal en todo esto. No es normal que caminen tan directos a las tiendas. No son la única pareja que veo, luego veo dos más. Pero todas se dirijian a la parte del bosque muerto.
Llego a mi casa luego de media hora de caminata, y no me sorprende ver a mi madre limpiando las cosas de papá. Siempre hay algo nuevo y siempre parece enfadada de tener que limpiarlo, pero no impide nada nunca. Él se queda hasta tarde editando artículos o follándose a su secretaria y nunca hace nada, quizá con suerte le recrimina que no tiene contacto conmigo, pero la verdad es que agradezco tenerlo lejos.
—¿Dónde estabas?—dice sin darse la vuelta.
—Caminando por ahí.
—¿Podrías alguna vez en tu vida hacer algo útil Erika?—deja caer el cuchillo que estaba lavando.
Me sobresalto por el sonido del cuchillo contra la mesada pero de todas maneras respondo.
—Más tarde voy a ir con Lila.
—Mejor, a ver si se te pega algo bueno de ella.
Ruedo los ojos y me encierro en mi habitación. Le doy una limpieza intensiva retrasando lo más posible el ir con Lila, no es porque no la quiera o algo así. Es que sé que hiero a los que están cerca. Se hacen las ocho y es inevitable, tengo que ir con ella.
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Marianne
Mystery / ThrillerEn el pueblo de Zincart todo es muy tranquilo y pacífico, perfecto para vivir de viejo o incluso con la familia. Un fin de semana aquí te puede sacar todas las tensiones. Pero no todo es lo que parece y Marianne lo sabe, en este pueblo hay más secre...