Capítulo 2

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• 9 años •

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• 9 años •

Perdidos

Wooyoung estaba sentado conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Yeosang y Changbin, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Soobin.

Había pasado un año desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Soobin era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Taehyung haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Hyunjin las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Soobin se comportaba como el hermano mayor de mi hermano. Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Hyunjin, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra solo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿Era feo? ¿O no le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí pero no lo podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas enfrente de mi puerta, cada vez que hacía una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.

La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrado, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mi mamá para que me dejara ir a la fiesta de Yeosang esta tarde con Yeontan.
Seguramente me diría "lleva a Soobin". Antes me molestaba que me obligará a ir a todos lados con Hyunjin, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que el niño podía ser mi amigo. Error, él jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que él fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educación a Soobin y a Lía. Para navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que a nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias y cosas que se debían hacer.

—Yeonjun, podrías decirle a la clase de qué se trataba el poema —salté en mi asiento y me aparte un mechón rubio de cabello que caía sobre mi frente. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo sonriera y me echara el cabello hacia atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacia atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.

Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Suni, que estaba sentada junto a Soobin. Ella le susurró algo al oído y se rió más fuerte, pero a Soobin no pareció hacerle gracia.

Marry Me | Soojun | Adaptación (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora