III: Di adiós a la fiesta, Potter.

1.7K 114 2
                                    

Harry se quedó inmóvil junto a Pansy porque no sabía si ella tomaría su huida como una descortesía; ella no entendía porque no se iba y la dejaba sola, pero no dijo nada. En el fondo se alegró de su silenciosa presencia. En algún punto de la noche despertó sin saber en qué momento se había quedado dormida.

Él seguía junto a ella, tenía los labios ligeramente abiertos y soltaba un silbido extraño que casi la hizo reír. Había mentido cuando dijo que no le gustaba su barba, la verdad es que le quedaba muy bien, especialmente, porque lo hacían verse como un adulto. Ya no quedaba nada del niño fastidioso con complejo de héroe con el que había compartido clases.

—¿Por qué me estás viendo? —Susurró. Pansy se asustó abriendo los ojos de par en par, por suerte Harry no la había visto porque seguía con los ojos cerrados.

—Me acabo de dar cuenta que tienes un rostro bastante feo, la verdad —Él se giró hacia ella, aún sin abrir los ojos y sonrió. Pansy se reprendió mentalmente por no haber lanzado un insulto más creativo, últimamente sentía que su don se estaba escapando de sus manos y lo comprobó con ese encuentro furtivo con Potter en el que no había podido decir un insulto aceptable.

—Yo creo que te gusta mi rostro.

—Te has vuelto muy engreído.

Se dió la vuelta, no quería seguir viendo su cara. Estaba enojada consigo misma por dejarse llevar por un simple calentón. No creía poder dormir aquella noche con la presencia de Potter tan cerca suyo. Mientras consideraba la idea de irse a dormir en el sala, se sorprendió al ver como Potter la tomaba de la cintura para pegarla más hacia él.

—¿Qué haces? —Preguntó con cierto tono de alarma.

—Si no abrazo una almohada no puedo dormir.

—¿Te parezco una almohada?

—Me pareces algo mucho mejor que eso —Susurró sobre su cuello.

Sentir el cosquilleo que le producía su aliento sobre su piel la hizo estremecerse, pensó que él la soltaría después de eso, pero solo afirmó más el brazo sobre su cintura. Estaba tensa, sofocada e inmovilizada ¿Cómo podría huir, en caso de tener que hacerlo, si él la estaba acorralando contra su cuerpo?

—Parkinson, relájate. Jamás te haría nada que tú no quisieras.

—Lo sé. Eres muy bueno para tu propio bien, Potter. Demasiado bueno.

Cerró los ojos tratando de calmar los nervios que comenzaban a aflorar sobre su piel. Su tensión disminuyó lentamente gracias a las caricias que estaba haciendo Potter en su vientre, al principio no podía evitar el escalofrío que le provocaba; después de un rato entendió que le gustaba, que la ayudaba a sentirse más cómoda. La ayudó a dormirse.

Harry despertó cuando una maraña de pelo negro casi lo sofoca, se asustó un poco hasta que recordó donde y con quién estaba. Desde su ángulo no podía ver el rostro de Pansy, pero si la curvatura de su espalda y por un momento se alegró de que fuese ella. Despertó de esa extraña ensoñación en la que se había metido cuando notó una cicatriz en su costillas derechas.

Trato de no hacer mucho ruido al despertar, no había salido de la habitación cuando Pansy ya se había levantado. Hacía un rato que se había despertado, más o menos al mismo tiempo que ya no podía sentir su brazo sobre la cintura. Casi río al ver la expresión de Potter al pillarlo poniéndose los pantalones.

—Buenos días.

—Buenos días.

—No quería despertarte, lo siento. Debes estar cansada, no dormiste mucho anoche.

Amor entre serpientes y leones: Hansy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora