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Odiaba tener que admitirlo, y quizás el problema venía directamente de sus hormonas juveniles y sin control. Sin mencionar el impacto que causaba en su interior su nuevo trabajo. 

Pero ser tratado cómo uno más, cómo parte del montón, vaya que estaba causando estragos en su orgullo, aunque ilógicamente lo qué más había deseado era pasar desapercibido. 

HyunJin no le había vuelto a hablar desde aquel día donde discutieron, después de un poco más una semana de la llegada de SeungMin al palacio el Rojo no había hecho otra cosa más que ordenar la habitación del Plateado, y ocasionalmente ayudar a otros sirvientes a cumplir sus tareas. Aunque la verdad no era cómo si le dejarán hacer mucho, siempre le recordaban que tenía que verse "lindo", porque en cualquier momento el príncipe podría requerir de sus "servicios" y él tenía la obligación de ceder.

Ja, que incrédulos. Si tan solo supieran qué HyunJin ni siquiera se dignaba a verlo cuando se reunían por las noches.

SeungMin constantemente era enviado a la habitación del Plateado, con la finalidad de que cumpliera su trabajo, aunque lo único que hacía era quitar el inexistente polvo de los muebles y esperar la llegada de un ser que ignoraba completamente su existencia, aún si antes había mostrado cierto interés en su persona.

Y aunque se repetía constantemente que no debía preocuparse, que mientras no le obligaran a realizar aquello que le aterraba todo estaría bien, muy en el fondo un sentimiento amargo comenzaba a formar sus raíces. Cómo si formará los cimientos de la tragedia que podría ocurrir en el transcurso de los días.

No tenía la misma sensación de saber que él enlistamiento estaba a la vuelta de la esquina, no sentía el mismo terror al imaginar que más pronto que tarde podría estar corriendo en un campo de minas.

Este sentimiento era más aplastante, más profundo, más inquietante. 

Cómo cuando se equivocaba con una simple costura y Lady HeeSeok decidía disciplinarlo para evitar algún otro error.

Solo que en esta ocasión no era a una Plateada costurera a quién debía servirle, SeungMin se había metido en la boca del lobo, a pasar ser parte de la servidumbre de la familia Real. Esta vez, sí cometía un error no serían unos cuantos latigazos en la espalda lo que recibiría, ahora su vida estaba en juego, ¡y todo por la mala elección de palabras de un príncipe caprichoso!

Y joder, incluso hasta parecía una maldición que el chico se apareciera cuando más miserable se sentía. 

—No te ves muy feliz, —comentó HyunJin, entrando pesadamente a su blanca habitación. 

SeungMin bufó en su lugar, negándose a ponerse de pie y dejar la comodidad que aquel conocido sofá le brindaba. Había estado encerrado en aquella habitación por aproximadamente dos horas y el aburrimiento había terminado por hacer estragos su energía.

Aunque debía admitir que se alegraba poquito, sólo un poquito de que HyunJin por fin le dirigiera algunas palabras, lo hacía sentirse menos parte de la decoración. 

Porque a pesar de todo, HyunJin era la única persona con la que podía charlar en esta nueva vida.

—No es divertido ver las mismas paredes durante todo el día, —el Rojo explicó calmadamente. —Usted tampoco te ves de las mil maravillas.

HyunJin comenzó a quitarse la ropa, frente a su enorme armario, vaya desencia que poseía el príncipe.

—Tuve un día pesado, a diferencia de otros, —el Plateado lanzó con un encogimiento de hombros. 

Bien, SeungMin quería una charla amena, no una pelea por algo que posiblemente no estaba en sus manos.

— ¿No es suficiente que corte rosas durante todo el día para usted? —pero también estaba cansado, y bastante aburrido de parecer parte de la decoración.

El semidesnudo príncipe observó la habitación con tranquilidad, deteniendo unos segundos su mirada en el chico vestido de seda roja.

—No veo ninguna rosa.

HyunJin respondió, confundido. SeungMin enserio hubiera querido mantenerse paciente, pero por dios, era agobiante ser tratado cómo un puto juguete.

—Ese es el punto, no es el único con malos días, a diferencia de lo que cree, mi día a día no se basa en estar encerrado en esta habitación hasta su llegada, —comentó mientras se coloca de pie, abandonando ese cómodo sofá. —Aunque si fuera así, no sería tan ameno.

HyunJin quien terminaba de cambiar sus ropas sucias por cómodas ropas de dormir se giró para encarar al pueblerino, quien con pasos perezosos se acercaba a su presencia. 

—Yo no te traje aquí para que fueras parte de la otra servidumbre, si no estás en esta habitación ¿que es lo que haces? 

—Oh pero si anteriormente me había dicho que sería solo un sirviente más ¿o acaso lo olvido y prefiere tenerme cómo su juguete personal? Y permítame recordarle que este lugar es enorme y la ayuda siempre es bien recibida, digo, los pisos siempre deben de estar limpios y brillantes ¿no? —una vez que SeungMin se encontró a escasos centímetros del príncipe se agacho para tomar la ropa sucia del Plateado y alejarse lo más pronto posible de su calor. —Así cómo esta habitación y su ropa, todo tiene que estar perfecto.

—Uh eso, bueno, no lo decía de esa forma, no eres mi juguete... espera, ¿por qué me estás hablando tan formal? Creí haberte dicho que podrías tratarme informalmente.

HyunJin intentó cambiar de tema al notar su error. Sin embargo, algo estaba pasando ahí, y tanto SeungMin como HyunJin podían sentirlo, esa pequeña tensión que no daba señales para algo más, pero que aún así podía olerse en el aire, cómo un sutil perfume.

SeungMin decidió seguirlo la corriente al Plateado, notando su forma brusca de evadir el tema de su posición dentro del palacio. —Eres mi príncipe, próximamente te convertirás en mi rey, debo tratarte con respeto o eso dicen todos en este palacio, no quiero un castigo por tu nombre saliendo de mis labios de forma banal.

—Tras esa puerta puedes tratarme cómo lo harías con un chico de tu edad, cómo un amigo, —HyunJin señaló la blanca puerta de su habitación, haciendo que SeungMin volteara a verla por escasos segundos.

El Rojo aún podía recordar su primer día en esa habitación, el dolor que costó llegar a ella y el primer encuentro con aquel chico que creyó imposible. 

—Pero no eres un amigo, —SeungMin musitó, volviendo su mirada al pálido chico, —O dime tú, ¿quién es el que viste de rojo en esta blanca habitación? 

[...]

No estaba muerto, solo intentaba resolver que hacer con mi vida.

Se que es poco, pero peor es nada ¿no? Prometo que el siguente capítulo será más largo e interesante, últimamente no he tenido tiempo libre más que para dormir.  

Gracias por seguir leyendo esto. 

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Plateado ·HyunMin· [M-preg] ¡¡EN PAUSA!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora