Plateado ·HyunMin· [M-preg] ¡¡EN PAUSA!!

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Debería sentirse aliviado, lindo, tranquilo. Las delicadas ropas que lo cubrían eran suaves al tacto y además de favorecer sus curvas naturales, lo protegían a la perfección del frío invernal.

Sin embargo, SeungMin solo podía sentirse humillado, utilizado, cómo si su propósito de vida no fuera otro más que convertirse en un juguete de alguien poderoso.

Habían hecho que un médico Plateado lo revisará de pies a cabeza; decir que fue de lo más vergonzoso en su vida es poco, jamás se había sentido tan asqueado con aquellos de sangre pálida, hasta que las manos de aquel detestable señor tocaron su piel para comprobar que ninguna enfermedad azotara su sistema.

Lo peor es que no pudo quejarse; se lo habían advertido. Si ser un sirviente ya era algo que podría considerarse deplorable en aquel inmenso palacio, ser la puta del príncipe parecía ser una condena de muerte. Su condena de muerte.

SeungMin tuvo que soportar comentarios hirientes, miradas punzantes y constantes críticas a su físico, ni siquiera las Rojas que se encargaron de guiarlo en aquel enorme lugar fueron ni un poco consideradas. No dejaban de recordarle su posición y las consecuencias que probablemente tendría de ahora en adelante, sin mencionar los sutiles empujones y los comentarios pasivo/agresivo en contra de su persona; Alexa, la Roja que lo había acompañado y ayudado desde su primer acercamiento al palacio le dijo que muchos y muchas estarían celosos de él, de lo que conllevaba su puesto. SeungMin casi quiso reír, irónicamente lo envidiaban por ser aquello que comenzaba a detestar.

Ya no era solo el hecho de ser un Viendirne, eso podría darle igual en cualquier otra situación. El problema venía directamente de HyunJin, quien era el príncipe heredero al trono, y que si no mal recordaba estaba comprometido con una chica Plateada.

SeungMin jodidamente se convirtió en el prostituto de un hombre comprometido. Un juguete del próximo rey de Norta.

Para este punto ni siquiera la fina seda sobre su piel le hacía sentirse reconfortado. Había pasado poco más de medio día y SeungMin se encontraba extrañando sus viejas ropas, aquellos enormes suéteres que cubrían parte de sus muslos y lo hacían verse pequeño; extrañaba a sus padres y la calidez que su pobre casa le había ofrecido desde que tenía memoria, incluso echaba de menos la solitaria habitación de su hermana.

Pero había caído en un palacio de hielo sin escapatoria. Dejando que alguien más moviera los hilos de su vida.

De pronto el sonido de una puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos, había estado esperando a HyunJin sentado en aquel ya conocido sofá, en la blanca y pulcra habitación del Plateado. El príncipe al verlo sin alguna emoción aparente en el rostro le mostró una mueca incómoda que debió haber sido una sonrisa, desviando la mirada por unos segundos antes de encaminarse hacía él, no acercándose sin embargo, manteniendo una notable distancia entre ellos.

—Estoy tan disconforme como tú, eso te lo puedo asegurar.

HyunJin habló, logrando que el entrecejo de SeungMin se arrugara con incredulidad. No encontrando sentido en sus palabras, HyunJin lo había mandado a llamar, ¿por qué debía estar disconforme con algo que él pidió?

El silencio se extendió por segundos, rozando lo incómodo, y de no ser por la perspicacia del Rojo hubieran permanecido de esa forma por más tiempo.

—No entiendo a que se refiere, pero no debe ser tan disgustante si me ha llamado para servirle. 

Dios, ¿cómo había logrado decir aquello y sonar tan tranquilo? SeungMin quería que la tierra se lo tragará, estaba tan irritado con todo y solo quería desaparecer.

—Yo no... agh, quería darte un empleo pero no había otra forma...

El príncipe exclamó, alejándose de SeungMin para después dejarse caer en la cama, desordenado a su vez sus rubios cabellos.