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Quería vomitar, llorar y correr a los brazos de su madre. Refugiarse en su calor y pedirle que detuviera el horrible dolor de su espalda, ni siquiera le importaba tanto el de su muñeca, ese no le fastidiaba tanto como su espalda.

Sin embargo no podía hacer nada de eso, SeungMin no tendría el rostro ni el valor para regresar a su casa e informarles a sus padres que había perdido su empleo, y que sería mandado a la guerra. Los señores Kim definitivamente no podrían soportar perder a un hijo de nuevo.

Para su mala suerte su cuerpo tampoco parecía querer cooperar, ¿y cómo iba a hacerlo? Tenía al mismísimo príncipe frente a él, semidesnudo y con la mirada atenta a sus torpes movimientos. Y muy lejos de poder concentrarse el creciente dolor en su espalda parecía tomar más fuerza, impidiéndole incluso girar el torso o dar un miserable pasó sin causar una explosión de dolor.

SeungMin inocentemente pensó que trabajar en el pantalón sería más fácil, debido a la poca complejidad de este. Sin embargo había olvidado lo difícil que era crear una prenda hecha a la medida; constantemente tenía que moverse alrededor de HyunJin y agacharse para colocar pequeños alfileres para ajustar la tela al cuerpo del príncipe, y era tan jodidamente doloroso subir y bajar aparentando que nada le sucedía.

HyunJin por su parte no le quitaba la vista de encima, aún si no se atrevía a mirarlo al rostro SeungMin sentía como los intensos ojos del príncipe no se despegaban ni un segundo de sus movimientos a través del gran espejo frente a ellos. Vigilando cada mísero detalle.

Pronto terminó de colocar los alfileres y con pesar se puso de pie, limpiando con el dorso de su mano el frío sudor que cubría su piel.

SeungMin estaba satisfecho con la forma del pantalón, pero el cliente siempre tenía la razón y debía buscar su comodidad. Así que se atrevió a observar a HyunJin, esperando que entendiera que quería su opinión dado que no le habían permitido hablar.

El chico rubio lo miró de igual forma, luciendo incómodo y confundido después de unos segundos en silencio.

— ¿Terminaste o algo? —HyunJin cuestionó, alzando una ceja. —Puedes hablar ¿de acuerdo? No soy un Susurro, no puedo saber lo que piensas.

Claro que no lo era, aunque tenía toda la pinta de ser uno. De serlo ya había entrado a su mente, comenzando a jugar con sus pobres recuerdos y descubriendo la farsa que se estaba obligando a seguir.

SeungMin tomó aire, esperando que en su voz no se viera reflejado el miedo y asombro que le provocaba estar en semejante situación. — ¿La talla es de su agrado?

Bien, SeungMin podía darse palmaditas en la cabeza por lograr formar una oración sin la voz rota, ni tartamudeos.

Por su parte HyunJin observó la prenda, moviendo ligeramente su cuerpo para comprobar la comodidad. —Un poco menos ajustado de los muslos, pero lo demás está bien.

SeungMin asintió y tomó aire para acercarse nuevamente al chico y hacer los ajustes necesarios. El Rojo ya no sabía si las manos le temblaban por los nervios o el dolor, y de cualquier forma el príncipe parecía ser demasiado piadoso como para no preguntar acerca de su incontrolable nerviosismo, por más notorio que fuera.

Aunque la vida de un Rojo no debía importarle en lo mínimo a alguien tan importante como lo es un príncipe Plateado.

Cuando la talla estuvo perfecta para HyunJin y este se cambió la prenda por sus propias ropas, SeungMin se dio un momento para respirar, girando en una esquina de la habitación para darle privacidad al príncipe. No creía ser capaz de caminar de vuelta a su hogar, e incluso temía desmayarse ahí mismo, ojalá la chica le hubiera dado algún tipo de medicina para disimular mejor el dolor.

Plateado ·HyunMin· [M-preg] ¡¡EN PAUSA!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora