dieciocho

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❛el cubo de rubik blanco❜

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el cubo de rubik blanco

—No me puedo creer lo que estoy escuchando.

Madison estaba flipando en colores. Tras irnos del restaurante, cada uno se había ido a su respectiva casa, y Madison se había quedado en la mía para que yo pudiese hablar a solas con ella. Creí que lo ocurrido en la estación de tren era algo que ella merecía saber.

—Es totalmente cierto. Como puedes ver, no tengo ánimos para bromear.

Madison me miró y parpadeó repetidas veces.

—Pero esto es como una película —Yo asentí, mientras mi amiga hablaba, procesando la información—. Es increíble. Ojalá haber estado allí.

Yo fruncí el ceño y la miré incrédula. ¿Haber estado allí?

—¿Pero has escuchado algo de lo que te estoy contando? ¡No podemos hablar de esto con nadie! ¡Nos matarán!

—Pero eso es lo que lo hace interesante -contestó ella con obviedad-. Aquí nunca pasa nada interesante que no tenga que ver con amoríos.

—Estamos en Los Ángeles, todo es interesante aquí. —no comprendía la actitud de mi amiga.

—Cosas así no pasan en nuestro barrio -recalcó, súper emocionada-. Además, pensaba que este tipo de cosas te emocionaban, el espacio y todo eso.

—Claro que me emocionan -respondí señalando mi póster de aliens-. Pero esto es algo muy serio que se escapa de mis manos. Está pasando algo raro.

Madison pareció pensativa, tratando de buscar una respuesta a todo lo que había escuchado de mi. Yo le dejé su tiempo para pensar.

—Por cierto, gracias por no tratarme de loca cuando te lo he contado—dije con una pequeña sonrisa. Madison estaba tan loca que se creía todo lo que le contaba.

—¿Bromeas? -Madison alzó las cejas- Siempre nos han gustado estas cosas. ¿Recuerdas cuando creímos ver un OVNI en el parque por la noche?

—Sí —respondí riendo—, y tan solo era un avión con las luces encendidas por la oscuridad.

—Exacto —Madison se levantó y me miró sonriente—. Siempre creeré en todas estas cosas. Nunca se me olvidarán las conversaciones con tu padre sobre todo este tema. Me sería imposible dejar de creer en la teoría que él tenía.

Yo sonreí con tristeza, recordando cuando mi padre bajaba algún cachivache de su desván para hablarnos de alguna noticia sobre su investigación. Madison y yo siempre prestábamos atención a lo que nos contaba, lo admirábamos muchísimo. Yo aún recordaba todo lo que él me había contado, por más pequeña que fuese.

Una oleada de melancolía y tristeza recorrió mi cuerpo cuando recordé también cómo en las noches de verano dejábamos toallas extendidas en el jardín y nos tumbábamos en ellas para mirar las estrellas en la oscuridad.

breezeblocks || rudy pankowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora