El jóven pelirrojo abrió la puerta para entrar en su hogar, quitó sus zapatos y depósito las llaves en un cuenco que estaba sobre la mesita que se encontraba junto a la entrada.
—Estoy en casa. —fue lo que dijo en voz alta para avisar de su llegada.
Desde una de las habitaciones se lograron escuchar pasitos que se acercaban veloces a la sala. Por la entrada a la habitación se pudo ver una pequeña criatura de orejitas puntiagudas, bigotes oscuros, patitas afelpadas con diminutas garras que sobresalían de estas, una colita larga que se movía delicadamente de lado a lado y un collar rojo en el cuello que brillaba con una plaquita dorada en el . Era un gatito de suave pelaje castaño que enseguida se acercó para que su dueño lo tomará en brazos, emitiendo un maullido para llamar su atención.
—Hey, ¿Cómo estás? —pregunto en voz baja el jóven mientras lo alzaba y depositaba caricias en la cabeza del felino.
El gatito ronroneó en respuesta mientras disfrutaba de los mimos que su dueño le daba.
—Vienen mis compañeros de trabajo detrás, así que tendrás que esperar un poco más. —dijo el muchacho en la oreja del minino mientras rascaba justo atrás de la misma. El gato froto su cabeza contra el pecho del jóven, casi asintiendo.
Casi al mismo tiempo, como confirmando las palabras del pelirrojo, se escucho la discusión que tenían un muchacho de piel morena y uno de cejas extrañas mientras entraban por la puerta que aún estaba abierta.
—Nos dejaste atrás, Akashi. —paro un momento la discusión el de cabellos azules con el pelirrojo más alto, tan solo para decir eso.
—Crei que debía dejar que resolvieran sus problemas de pareja solos. —contesto con una sonrisa burlona mientras aún sostenía al gatito en brazos.
—No somos... —antes de que el moreno pudiera terminar la frase, es empujado por el pelirrojo de cejas extrañas que pasa de el para acercarse al más bajo en el lugar.
—¿Ese es Kōki? —pregunto el más alto en cuanto llego al lado del dueño del lugar.
—Sí. —fue lo único que contestó mientras rascaba la cabeza del gatito.
—Oh, es lindo. —intento estirar la mano para acariciar al gato pero la retiro enseguida al sentir la mirada amenazadora del minino. La criatura parecía que no quería que nadie se acercará a parte de su dueño.
Los tres hombres y el gato pasaron al sofá, dónde los tres se sentaron y el dueño continuó con su mascota en piernas hasta que después de un rato de platicar se dirigió a la cocina para ofrecer algo de comer a los invitados, dejando al pequeño solo en su lugar.
Cuando el pelirrojo salió de la habitación el gatito castaño se quedó quieto en el lugar mientras se pasaba una patita por su cabeza como peinandose. El de cejas extrañas una vez más se acercó a gato, acercando lenta y disimuladamente su mano.
—No te va morder, idiota. O acaso a parte de tenerle miedo a los perros también te pasa con los gatitos. —dijo con tono burlón el moreno cuando el otro estaba a punto de alcanzar su objetivo.
—Claro que no, estúpido. Pero juró que me miró mal cuando lo intente tocar antes. —a pesar de su explicación continuó intentando alcanzar al pequeño sorprendiendose cuando el gato no huyó y en cambio de dejó acariciar por él. —Tal vez fue mi imaginación.
Después de concluir que había sido equivocación suya, el pelirrojo más alto continuó acariciando la pequeña criatura. El gatito parecía disfrutar de los mimos que el otro le repartía aunque ambos giraron la cabeza cuando vieron al dueño de la casa entrar con una bandeja. El otro detuvo las caricias.
—Deja te ayudo. —fue lo que dijo el hombre para quitar la bandeja de las manos del pelirrojo más bajo.
—Gracias. —sonrio en agradecimiento.
En el momento en que el más alto le iba a contestar de vuelta se sacudió en su lugar al sentir como algo se colgaba de su pierna. Espantado dirigió rápidamente su mirada hacia abajo cuando noto que el gatito castaño se había agarrado a la tela de su pantalón, en el proceso enterrando levemente sus garritas.
Antes de sacudirse y tirar la bandeja, el dueño de la criatura fue más rápido y quitó al gato del pantalón del más alto.
—No, Kōki. —fue lo que dijo para reprenderlo. —Disculpa Kagami. Normalmente no se comporta así.
—Descuida. —rio nerviosamente el otro volviendo a sentir un aura amenazante proveniente de la pequeña criatura.
—Uh, el tigre no puede con un pequeño gatito. —como siempre el de cabellos azules no perdía oportunidad para burlarse.
—Callate, Ahomine. —gruño el chico con la bandeja aún en manos.
De allí los tres volvieron a acomodarse en el sofá, platicando de cualquier cosa y todo parecía ir bien hasta que alguno de los dos invitados se acercaba al dueño de la casa lo que causaba bufidos de parte del minino que se encontraba en las piernas de su amo. En una ocasión el moreno llegó a apoyar una mano sobre el hombro del pelirrojo más bajo ganándose un arañazo de parte del gatito castaño y una burla de parte del restante.
—Uh, la pantera no puede con un pequeño gatito.
Pasado el rato el de cejas extrañas y el de cabellos azules decidieron retirarse, cada uno a su hogar. Despidiéndose del más bajo, a una distancia segura, no dispuestos a acercarse al más bajo, aprendiendo que el gato que estaba aún en el sofá, si bien no le molestaban las visitas, no le gustaba que nadie se acercará al pelirrojo.
Cuando finalmente los otros se fueron y la puerta estaba cerrada, el dueño de la casa soltó un suspiro cruzado de brazos.
—¿Qué fue ese comportamiento, Kōki?
Estando en el recibidor fue que pronunció esas palabras, escuchando claramente unas pisadas mas pesadas. En ese momento no fue un gatito el que cruzo la puerta, si no un jóven apenas un par de centímetros más bajo que el pero de cabellos del mismo tono que su "mascota" con el collar rojo que en la placa dorada decía Furihata Kōki.
—Lo siento, no fue intencional. —el de ojos castaños con tintes gatunos dijo risueño.
Aunque el pelirrojo quería reprender al otro por todo, cuando observo la sonrisa del castaño, solo pudo sonreírle de vuelta acercándose para acariciar una de las orejas que sobresalían de su despeinado cabello.
—Estoy en casa, Kōki.
Aún no estaba acostumbrado del todo a cuidar a una "criatura" tan especial como lo era Furihata, ni a sus actitudes de celarlo cuando había otras personas cerca suyo pero siempre era una absoluta felicidad verle sonreír o ronronear, como ahora que pasaba sus manos por su cabello y orejas.
Seijūrō pude decir que ahora no puede imaginar una vida sin su pequeño gatito Kōki.
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Quedó más raro de lo que planeaba en un principio. . . en fin xD
Nos leemos en el siguiente día.
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31 Días de AkaFuri
Fiksi PenggemarConjunto de drabbles, viñetas y one shots hechos especialmente para el reto "31 días de AkaFuri" propuesto por la página "Porque amamos el AkaFuri" en facebook.