Día 9

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Un pequeño niño castaño se encontraba abrazado fuertemente a la pierna de una mujer con cabellos igualmente cafés. La señora Furihata recientemente había conseguido un nuevo trabajo, su hijo mayor, de apenas 12, asistía normalmente a la escuela por las mañanas y no quería que el tuviera que tomar la responsabilidad de cuidar al menor, así que la mejor idea que tuvo fue llevarle una guardería. Razón por la que se podía ver la escena mencionada antes.

—Descuide Furihata-san, es normal que los niños actúen así cuando se separan por primera vez de sus padres. Conforme avance el día el pequeño se sentirá más tranquilo.

Hablo una joven pelirrosa con una amable sonrisa mientras observaba como el niño tenía escondida su cara en la pierna de su madre y como la señora se miraba un poco preocupada.

—Lo sé, pero es que...

La señora aún se veía dubitativa de dejar al niño solo. La jovencita volvió a hablar.

—Mi compañero y yo lo cuidaremos bien. Cualquier cosa que ocurra se la informaremos inmediatamente.

Cuando la jovencita termino su compañero de cabellos celestes, que se encontraba justo a su lado, dió una leve reverencia en asentimiento. La mujer castaña dió un pequeño y casi imperceptible salto en su lugar al no haber notado antes al muchacho.

—Nos haremos cargo Furihata-san, descuide. —el de cabellos celestes hablo con la mayor para luego voltear hacia el niño y con voz suave le pregunto. —¿Quieres ir a jugar conmigo y con los demás niños Kōki-kun? Hay bloques de construcción o si prefieres leer podemos enseñarte.

El pequeño castaño hizo caso en el momento que el más alto se dirigió a él. Al ver los tranquilos ojos del de piel blanca y las amables sonrisas que la chica de cabellos rosados y su compañero le regalaron ya no sintió tanto miedo. Soltando la pierna de su madre se dirigió a quienes se harían cargo de el.

—¿Hay libros de colorear? —pregunto el niño en voz baja.

—Claro. —contesto el de ojos azules con una pequeña sonrisa.

Con eso la señora pudo soltar un suspiro de alivio al ver que su hijo ya se encontraba más cómodo en el lugar. La jovencita de ojos rosas soltó una pequeña risa. Al final entre los dos llevaron al pequeño Kōki al salón para así iniciar el día en la guardería.

Con el fin de entretener a los niños y mantenerlos lo más distraídos posible, en la guardería "Milagros" se imparten una especie de clases. Cómo un método de preparación se les enseña lo básico en lectura e inclusive matemáticas. Al igual que una escuela también se les da un tiempo de receso en dónde pueden jugar libremente, en el salón o el patio. En tiempos antes, entre y después de los horarios de enseñanza, los niños generalmente se reúnen en grupos a realizar distintas actividades, por supuesto con la supervisión de los adultos.

A Momoi le encanta trabajar en Milagros. Siempre le ha gustado la idea de cuidar a los niños y se termina por encariñar con ellos, como si fueran sus propios hijos o hermanitos pequeños. Así que es inevitable que de vez en cuando se preocupe por alguno de ellos. Cómo ahora en dónde no puede evitar notar que Kōki, a pesar de ser ya el segundo descanso, parece no haber hecho algún amigo con quien jugar y solo se encuentra sentado en su mesa coloreando.

En primer lugar se le ocurrió acercarse al pequeño Kōki para saber si necesitaba algo o preguntarle si había cierta cosa que lo incomodara. Sin embargo, Momoi con el tiempo ha aprendido que es solo que algunos niños les cuesta un poco más relacionarse con los demás así que decide esperar un tiempo a ver cómo se desarrollan las cosas.

—¡Kurokocchi-sensei! ¡Kurokocchi-sensei! ¡Mire lo que hice!

La joven de cabellos rosa se distrajo al escuchar a un pequeño rubio saltando alrededor del mencionado. Quien había sido llamado se inclina al lado del niño para ver lo que había hecho, tomando la hoja que le extiende y observando el dibujo en el.

—Es muy bonito, Ryota-kun. —sacude el cabello del de ojos dorados, después de ver un dibujo en dónde al parecer los ha plasmado a ambos.

Cuando la jovencita termino de ver la escena se puso a pensar que de hecho, con aquel pequeño rubio también hubo ciertos problemas de comunicación en un principio. Concluye que con Kōki será igual. El tren de sus pensamientos se detiene repentinamente en el momento en que puede mirar como un par de niños, un bajito de cabellos morados, que camina con una paleta en la boca, y uno de ojos rojos, que camina de forma recta y barbilla en alto, se dirigen al castaño.

La de cabellos rosas sabe que el niño de cabellos rojos es uno bien portado. Para ser pequeño maneja un lenguaje formal lo suficientemente sofisticado como para que parezca un adulto. Y aunque el de cabellos morados es un poco diferente en su manera de hablar, se ha sabido llevar bien con los demás así que no supone que sea un problemas que ambos se dirijan al castaño. Más bien se alegra de que parce que el de ojos cafés tendrá a sus primeros amigos. Las sonrisa incontenible en su rostro se borra al notar como los niños mantienen una charla que termina con el pequeño Kōki agachando la cabeza en su asiento.

Cuando Momoi decide intervenir en el altercado, es interrumpida por el timbre que suena en todo el lugar, resonando hasta los salones. Se cuestiona porque no intervino antes, casi con culpa. Aún así decide, llena de determinación, hablar con los tres niños después de la clases, en el último descanso.

Es hora del último receso del día en la guardería Milagros. La pelirrosa sabe que es hora. Después de que unos cuantos niños ya han sido recogidos por sus respectivos padres y que Kuroko se halla ofrecido a hacerse cargo de cuidar a los demás, despidiendo a otros cuantos, la de cabellos rosa se dirige a hablar con Kōki y los otros dos involucrados, Atsushi y Seijūrō.

La joven detiene sus pasos cuando ve que ni siquiera tiene que llamar la atención del pelirrojo para hablar con el. Observa como este se detiene frente al castaño, con una hoja en blanco y crayones de distintos colores en mano.

Curiosa, se acerca al lugar donde se encuentran sentados ambos pequeños y puede observar como el de ojos rojos a dibujado un balón y varias líneas en la hoja. Aún con dudas pregunta a ambos.

—Hey, ¿Qué están haciendo? —lo dice con una suave sonrisa. El pequeño pelirrojo es el primero en tomar la palabra.

—Hable con Kōki durante el segundo receso y dijo que no sabía que era el basquetbol, por eso he decidido enseñarle.

La de cabellos rosas al poner más atención se da cuenta que efectivamente, en la hoja se podía observar la cancha con sus respectivas líneas además de las canastas. Voltea a ver al niño que hasta al momento se había mantenido callado, puede mirar como los ojos del pequeño brillan y su sonrisa parece deslumbrar. No parece el pequeño que esa mañana se encontraba escondiéndose detrás de su madre.

—¡Así es, Momoi-sensei! —asiente de manera efusiva con su cabeza. —Akashi-kun dijo que mañana íbamos a jugar juntos si lo aprendía.

—Te dije que me podías llamar Seijūrō, Kōki. —dice el pelirrojo.

—Ah, sí. Perdón. —dice el castaño con una sonrisita y un suave sonrojo en sus mejillas.

Momoi no entiende del todo la situación pero no puede evitar que el alivio y sobretodo la alegría se instalen en su corazón al observar al pelirrojo y al castaño tomar cada uno un crayón, trazando juntos más líneas en la hoja, casi anotando. Al parecer Furihata Kōki y Akashi Seijūrō serán muy buenos amigos.

Con eso da el final de otro tranquilo pero divertido día en la guardería Milagros.

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Tenía más de 900 palabras escritas de este día y comencé de 0 para escribir algo totalmente diferente. . . no debí de hacerlo. Ahora tengo otra idea para fanfic :'v

Ya veré qué idea de todas las que tengo comenzaré a escribir primero. Por lo pronto estoy ocupada escribiendo los días que me faltan. Bien.

Nos leemos en el siguiente día.

31 Días de AkaFuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora