Capítulo XXIX 🦋

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- A, Actuas extraño- dije con temor. Andrés me miro fríamente y después regreso la mirada al volante del auto. No sabía que esperar o como actuar, solo quería salir corriendo de ahí, abrí la puerta del auto pero Andrés me detuvo:

- Tu mamá esta hospitalizada - dijo en un suspiro.

Quedé helada, mi mamá siempre ha sido una mujer sana, muy pocas veces se enferma y nunca antes habia sido hospitalizada. Para que algo así sucediera tendría que ser grave... El frío helado de la angustia recorrió mi cuerpo dejandome paralizada por unos instantes. El temor de antes ahora era mayor pero esta vez por causa de la noticia.

- Qué ti... Que le paso? - pregunté con la voz entrecortada y nerviosa, tenía miedo de la respuesta. Andrés bajo la mirada y yo rompí en lágrimas. - no me digas que esta... - articule en medio de sollozos incapaz de terminar la frase.

- No, no, claro que no. Es solo que...

- Solo que qué?!!!. - lo mire furiosa a causa de la maldita incertidumbre, <<¿por qué las personas no pueden ir directo al grano sin tanto rodeo? >>.

- Tu mamá tuvo un accidente de tránsito y esta... Esta en coma.

Esa última frase me devastó totalmente, no pensaba en nada, sentí como un profundo dolor abarcaba mi alma entera, estaba hecha un mar de lágrimas. No era consciente del presente, estaba embargada en un dolor insoportable que me sacaba de la realidad, sentí que Andrés me abrazabas con fuerza pero no lograba calmarme, solo había dolor y mas dolor.

- Cristinna calmate, da gracias que no esta... - le interrumpí apartandome abruptamente.

- ¿muerta?!, por Dios, no te das cuenta, esta peor que eso, esta muerta en vida, lo único que la mantiene viva son unas estupidas máquinas!. No me pidas que me calme mientras mi mamá se encuentra entre la vida y la muerte. Es peor que estar vivo o estar muerto.

Mi mundo se desmoronaba a mis pies, no me importaba nada mas que mi mamá. No sabía que hacer, jamás me sentí tan miserable e impotente como ese día. Llorar no solucionaría nada, pero tampoco podía hacer mucho al respecto, todo estaba en manos de unos desconocidos.

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