Una vez llegaron a lo que parecía ser una guarida hecha a base de piedra, Shisui no desperdicio ni un solo segundo para volver a juntar sus labios con los de Itachi, saboreando el dulce néctar de su boca, permitiéndose colar las manos a su cintura para hundir sus dedos entre la tela de la ropa, ansiando arrancar las prendas en un solo movimiento y así poder apreciar la belleza del cuerpo ajeno.
Itachi respiraba entrecortado cada que los labios contrarios se despegaban unos segundos y le permitían calar aire antes de volver a ser presos de ese feroz ataque, tratando de llevar el ritmo del otro, era la primera vez que alguien lo besaba de esa manera y sentía un revuelo en el estómago que le hacía sentir extraño, no de una forma grotesca, era más bien un sentimiento de algo que ya hubiera experimentado antes. Quiso hacer ameno de tocar las hebras oscuras y deleitarse de la suavidad de esos rizos que se revoloteaban con el pasar del viento, acción que se vio interrumpida cuando Shisui le tomó de ambas manos y las llevo arriba de su cabeza, aprisionando su movimiento, causando que suelte un jadeo contra la boca que lo devoraba.
- Oh Itachi, mi dulce Itachi - murmuró al separarse, acariciando con la yema de los dedos el rostro tibio y sonrojado - no tienes idea de cuánto anhelaba volver a besarte -
Itachi se muerde el labio inferior avergonzado ante tal declaración, viendo un brillo muy especial en los carmesí que lo contemplaban como la mayor obra artística, casi retratando en sus memorias cada facción suya, haciendo de su imagen una significativa sensación interior de lo que representaba el pelilargo para Shisui.
- Yo... no tengo recuerdos de nada contigo pero si algo ha pasado en un tiempo atrás quiero saberlo todo - le mira directo, regalando una dulce sonrisa - muéstrame todo lo que ocurrió con nosotros, por favor - recarga el rostro en la mano que lo acunaba -
- Lo haré - deja un casto beso sobre los nudillos contrarios - volveremos a ser uno -
El menor asiente, bajando la mirada cuando el rojo concentrado en sus mejillas ya no puede pasar desapercibido, tanto así que lo avergüenzan, pero las heladas manos no ceden a ello, sujetando su barbilla con cuidado y obligando a que sus orbes oscuros conecten nuevamente con los carmesí, tan brillantes en esa noche que eran como el único foco que necesitaba.
- Mi Itachi, eres tan dulce que cuando te sonrojas anhelo tanto desvestirte como en años pasados -
Aquella confesión solo hacen palpitar con mayor fuerza su corazón, casi con violencia que creía que se le saldría del pecho en cualquier momento, el calor condensado en sus mejillas y los escalofríos recorriendo cada fibra del cuerpo explotaban en millones de sensaciones nunca antes experimentadas, había leído en muchas obras que aquello era simple y llanamente el sentimiento de estar enamorado, cosa que solo podía imaginar en su cabeza pues nunca experimentó algo ni tan siquiera cercano como lo que le estaba ocurriendo en esos momentos, Shisui era alguien a quien apenas hace unas semanas conocía y solo de lejos porque realmente no sabía nada de él, ni quienes eran sus padres, a que se dedicaba, donde vivía, nada, pero era extraña sensación en su pecho cuando le tenía cerca era como si su instinto tuviera la certeza de que antes ya se habían visto, memorias que Itachi no podía recrear porque su subconsciente se negaba a creer que fuesen la misma persona en tiempos distintos, científicamente era imposible de explicar.
- Hazlo -
Pudo jurar que aquellos ojos que tanto habían cautivado tomaron un brillo intenso, teniendo una sensación felina al momento en que le escrutaron con los mismos de arriba abajo, pudo incluso percibir como el otro contuvo de relamerse los labios quizá para no asustarlo o incomodarlo, pero a esas alturas Itachi lo menos que pensaba era huír, no cuando en los brazos del pelinegro se sentía tan seguro y cálido.
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Profundo carmesí (ShiIta)
Fiksi PenggemarFue su voz tan grave y oscura la que lo cautivó o quizá no, tal vez fue el peculiar color rojo en sus pupilas los que captaron su atención, no estaba seguro pero la fría mirada a diferencia de las otras no le provocaron ese revoltijo en el estómago...