1993
Rojo. Era todo lo que veía una pequeña de tres años de edad, lo rojo lo cubría todo: las paredes, el techo y el piso. El cuarto era completamente rojo, lo que extrañaba mucho a la pequeña porque en su casa no había cuartos de ese color y menos ese que era el cuarto de su mamá.
Con cuidado de no resbalar, la pequeña camina descalza sobre el frio y viscoso rojo hasta encontrar a su mamá de una forma que extraño a la pequeña. La encontró en el piso dormida, le extraño porque su madre siempre le decía que dormir en el piso la enfermaría.
– ¿Mami? – la pequeña se agacho tiñendo el borde de su camisón de rojo – Mami
Mientras la niña intentaba entender el por qué su mamá no despertaba unos oficiales ingresaron a la casa, por el aviso de un vecino, y lo que encontraron sería algo que jamás olvidarían. El primer oficial que llego al cuarto se congelo en el umbral, ni siquiera bajo su arma, ante la tan grotesca imagen de una prístina niña parada junto a un cadáver, rodeada de sangre; el segundo oficial sorprendido por la rigidez de su compañero ingreso con el dedo en el gatillo, listo para cualquier eventualidad, tardo unos segundos para que su cerebro procesara la toda la información paralizándose unos segundos antes de racionar, enfundo su arma y con cuidado se acercó a la asustada niña (que había comenzado a llorar por el abrupto entrar del primer oficial) sacándola del lugar.En la estación de policía todo era un caos, parecía que esa noche todos los delincuentes de la ciudad se coordinaron para actuar el mismo día. Contrario a la situación a su alrededor la pequeña, recientemente huérfana, estaba tranquila simplemente esperando a que su mamá la pasase a buscar; no estaba asustada, le habían enseñado que la policía estaba ahí para ayudarlos (no estaba segura en que podían ayudar pero ahí estaban) porque eso era lo que hacían, ayudar a las personas y por eso estaba tan tranquila aunque no entendía mucho de porque estaba ahí, ella no necesitaba ayuda solo quería que su mamá la pase a buscar para leerle el cuento que le prometió antes de irse a dormir.
– Hola pequeña – la niña se sobresaltó un poco ante la repentina aparición del oficial
– Hola – contesto curiosa mientras observaba como el oficial se arrodillaba frente a ella para quedar a su altura.
– ¿Por qué estas descalza? – estaba asombrado y molesto de nadie se haya molestado en siquiera limpiarle la sangre de su madre de sus piececitos.
– Poque mami dice que domir es si zapafilas – contesto la pequeña con obviedad causándole una pequeña sonrisa al hombre.
– Cierto, que tonto soy – le sonrió - ¿me dirías tu nombre? – pregunto cauteloso.
– Altaira
– ¿Y sabes cuál es tu apellido? – la niña lo miro sin entender, el adulto comprendió que aún era muy pequeña para saber lo que era un apellido – Cuando tu mamá se enoja y te reta – intento otro método – dice tu nombre seguido de otro, ¿no es así? – la pequeña asintió - ¿Cuál es?
– Win-ches-ter – respondió despacio por la complejidad de la palabra – Altaira Win-ches-ter – término orgullosa por no haberse equivocado al pronunciarlo.
El hombre sonrió enternecido por la actitud de la pequeña. Miro con disimulo a su alrededor notando que no nadie lo viese y luego observo el reloj en su muñeca, no tenían mucho tiempo.
– Así es. ¿Sabes quién soy? – la pequeña negó haciendo que su ya desordenado pelo se agitase – soy tu papá
– ¿Mi papá? – el hombre asintió despacio
– Soy John Winchester. Tu papá.En la agetreada estación de policía nadie se percató de la ausencia de la pequeña hasta que un representante de servicios infantiles llego para llevarla al orfanato.
ESTÁS LEYENDO
La tercera Winchester
FanfictionAltaira Winchester es la media hermana de los icónicos Sam y Dean Winchester, uniéndose a la pequeña familia con 3 años. Ya con 16, y una gran experiencia como cazadora, acompañará a su hermano mayor, Dean, en la búsqueda de su padre, que desapareci...