Capitulo 3

37 3 0
                                    




Bennet

-Dos pasos más, Ben- me pide Samantha.  Avanzo lentamente y logro dar un paso esta vez sin sujetarme de las barras, trato de dar el último paso pero no lo logro. Caigo de rodillas pero logro evitar una caída  con los brazos.

Samantha corre hacia mí, se agacha apara poder ayudar a levantarme, aprovecho y la observo más a detalle. No lo negaré, es hermosa, su cabello pelirrojo y sus pecas la hacen ver tan tierna. Me ha gustado Sam desde los dieciséis años; cuando la vi la primera vez me había quedado totalmente atraído por ella, aunque claro me lleva cuatro años.

-¿Estás bien?- me pregunta Sam. No sé en qué momento se me había olvidado que me había caído.

- Estoy perfectamente bien- respondo con una sonrisa divertida. Sam me devuelve la sonrisa. Su sonrisa es mi favorita de todas, cada vez que sonríe se le forma un hoyuelo en su pómulo izquierdo que me encanta. Me ayuda a levantar y me estiro para tomar mi bastón.


- Has mejorado bastante, estoy orgullosa de ti- sus palabras me causan una pequeña felicidad. ¿Quién diría que me enamoraría de mi fisioterapeuta? 

Me despido de ella con un abrazo y salgo de la sala para poder regresar a casa.

...


-¿Te fue bien en el psicólogo?- pregunta mi madre con vista a la carretera. Había estado muy preocupada por mi primera visita al psicólogo y al parecer me fue mejor de lo que esperaba. El psicólogo no fue nada  más que simples preguntas y pequeños resúmenes de mi vida, hasta tuve una pequeña, casi inexistente conversación con una chica muy asocial y tímida, ¿a quién no le gustan los pockys?

- Por sexta vez en el día, ya te dije que me fue bien- respondo rodando los ojos.

-Bueno, creí que sería difícil para ti, pero ya veo que no- opina mi madre. Estaciona el auto  frente a una cafetería demasiado vintage para mi gusto. Mi madre y yo solemos ir ahí cada vez que nos da fatiga hacer la cena.  Suele ser muy amiga de la dueña de la pequeña cafetería y tenemos la ventaja de recibir más galletas de mantequilla de cortesía.

La campanita de la puerta resuena en todo el lugar, al entrar el olor a café inunda mis fosas nasales. El lugar es un tanto cálido, las mesas son de madera y las sillas de colores neutros. En el fondo puedo  escuchar Strawberry fields forever  de Los Beatles.

Saludo a la dueña del lugar, a parte que es la dueña, también prepara la comida y se encarga de limpiar el lugar. Es una mujer con más de treinta años, su cabello es castaño y tiene unos ojos miel. Me resulta familiar, solo que aún no recuerdo de dónde.

-Tomen asiento, en un momento le pedirán su orden- dice con una sonrisa muy exagerada.

Tomamos asiento en una de las mesa cerca de la ventana. El cielo esta nublado y al parecer lloverá.

Tengo la costumbre de inspeccionar cada lugar que visito, fijarme en sus detalles, al igual que las personas. Observo el lugar y casi esta vacío, solo dos mesas están ocupadas, una en el centro y otra a dos mesas adelante de nosotros. Una pareja de ancianos que disfruta de su café en la mesa del centro. Ambos parecen felices, una señora de un setenta años o quizá más, sonríe junto a su esposo, donde este trata de tomar su taza de café, pero al parecer está muy caliente. Ambos sueltan una carcajada

 En la otra  está  una chica con ropa holgada donde sostiene  un libro con el ceño fruncido...

Espera...

Caminando a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora