Capítulo 8

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Bennet

Llevo caminando más de una hora. He estado rondando el parque de Winnipeg, he ido a la casa de los Woolsey e incluso a la cafetería. Pero nada parece darme señal de Isa.

Mis manos parecen tener ampollas de los bastones con coderas, la fuerza con la que hago para poder tener equilibrio hace que mis manos se lastimen y de estas salgan ampollas o heridas. He olvidado mis protectores para evitar que esto suceda.

No sé porque he tenido la necesidad de ir a disculparme con Isa y aunque sé que ya le enviado pockys en forma de disculpa, algo me dice que no es suficiente. Cuando Louis me dijo que no parecía estar muy contenta, supe que con unos Pockys no serían suficientes para que me perdone.

Pero aquí está el problema. No la encuentro en ningún lado. La cafetería está cerrada y los señores Woolsey parecen no saber nada de Isa desde la última vez que la vieron.

No se me ocurre a donde ir. Decido sentarme en una de las bancas del Food Park. Un lugar donde al aire libre realizan comida y la gente hace una imitación de día de campo. Me doy por vencido a mi búsqueda, estoy cansado y agotado. Ni siquiera pude tomar el tren porque olvidé mi cartera y mi teléfono.

Que idiota.

Ahora necesito relajarme y descansar para iniciar de nuevo con mi trayecto, aun así, creo que me llevará algo de tiempo recobrar fuerzas.

Unas risas demasiado escandalosas femeninas, más una risa igual de escandalosa, solo que esta masculina, hacen que voltee a la dirección donde provienen esas risas. Es ahí cuando la visualizo.

Isa va acompañada de dos chicas que ríen abiertamente junto con un chico de su misma edad. Los tres ríen tan alto que hacen llamar la atención de la gente. Sin embargo, Isa parece no disfrutar de lo mismo. Lleva una postura que hace que se note lo avergonzada que está. Ella no se ríe con ellos, de hecho, parece estar sumida en su propio mundo y no prestar atención a las niñerías que dicen las chicas que están a su lado.

Te encontré.

Isa parece estar tan absorta en sus pensamientos que no se percata cuando pasa enfrente de mí. Sus tres amigos que van varios metros delante de ella siguen con sus risas escandalosas, pero ella solo va viendo sus pequeñas sandalias blancas.

- ¿Isa? – Se me está haciendo costumbre llamarla de esa forma. Sus ojos parecen buscar donde la nombraron, hasta que sus ojos se posan a los míos. Sus ojos se abren con sorpresa y no puedo evitar soltar una sonrisa por ello.

Al momento de quedarnos viendo, sus amigos se percatan la parada de Isabella y paran su caminata viéndonos a ambos. Ignoro los murmullos y cotilleos que hacen entre sí, para enfocarme solo en Isa.

-Te estaba buscando- digo enderezándome y quedando frente a ella.

Hoy luce muy diferente. Por primera vez la veo luciendo un vestido que llega hasta sus rodillas, también lleva un suéter demasiado ancho. Como si tratara cubrirse lo más que pueda. Y acompañada de sus sandalias blancas.

-Eh...- voltea a ver a sus amigos que la miran pidiendo una explicación- ¿A mí?

-Sí.

- ¿Para qué? - murmulla. Entiendo ahora, no quiere que la escuchen hablando conmigo.

-Para pedirte disculpas- sus ojos se abren más por un segundo para después verme fijamente con sus mejillas sonrojadas.

La he hecho sonrojar.

Caminando a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora