Él parecía muerto. Con sus manos atadas hasta una barra del techo y los ojos cerrados, la natural ausencia de movimientos pectorales para respirar, él realmente parecía un muerto. Te pican las manos. Dicen que es más fuerte que la mejor heroína, que ningún viaje se le compara. También es más costoso. Lo llaman “reencarnación”. Te ha costado mucho más que dinero conseguirlo, pero finalmente ahí estás.
Determinadas tus preferencias, ella se las comunica al sujeto en un susurro. Sólo entonces despierta. Te mira con los característicos ojos dorados de su especie. Diez años atrás habían sido el terror de sus padres, la pesadilla de sus abuelos. Para su generación se trataban de un mero rumor, un algo superado. Es la primera vez que tú ves uno de frente. Ella te pasa una cosa que ni entiendes qué es hasta que te demuestra que debes ponértelo en la boca. La base es flexible y se acomoda fácilmente a los dientes superiores, con dos agujas saliendo de donde se tienen los colmillos. Puedes escoger dónde morder. Eliges el muslo porque parece la parte más fácil de acceder y es la más gruesa, por lo que supones contiene más “reencarnación” disponible. Los pies del sujeto están aprisionados por unas pesadas cadenas al suelo, por lo que tú debes ser quien se acerque a su cuerpo desnudo.
No te da asco ni impresión la cercanía de su miembro; haz hecho cosas peores en el pasado. La piel es suave y perfecta, sin marcas. Puedes creer que eres un elegido. Abres la boca y ella sostiene la pierna por ti. Las agujas succionan fácilmente y por medio de unos agujeros en la base, lo llevan al interior de tu boca. El sabor es sólo metálico hasta que baja. Empieza.
Has elegido vivir la Inquisición como este vampiro lo hizo. Lo vivió primero como una víctima voluntaria llena de curiosidad y luego como el ocioso reemplazo de un inquisidor. Ves a las mujeres indefensas gritar por ti, las mitades de sus cuerpos colgantes y los huesos sobresaliendo entre la carne brillante bajo el peso de la rueda. Era un verdadero sadomasoquista: sientes su alegría cuando suplican, cuando lloran.
Antes de que acabe ya sabes adónde enviarás tus próximos ahorros.