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Afortunadamente ser una Slytherin es estar en las mazmorras, donde los rayos de Sol no te despiertan como en las historias. Su cabello estaba revuelto, como si una ardilla la hubiera atacado.

Sus ojeras estaban más que marcadas, como si estudiar sobre su pasado centellera a través de sus ojos.

Sacudió sus sábanas antes de lanzar un hechizo y que la pieza estuviera en orden. Realmente se sorprendía, no hacia más que dormir y ya todo podía estar en un desorden.

De rutina se apresuró a llegar a la ducha, esta vez con bien. Anteriormente terminaba golpeándose el dedo meñique de su pie por el descuido y el cansancio en sus ojos.

Sus acciones usuales culminaron con un poco de rubor en las mejillas y en las nariz, mientras poco después retocaba su cabello castaño en un moño desprolijo.

Colocándose la túnica por encima de los hombros se dedico a salir escaleras abajo. Encontrándose en el camino con su grupo de amigas, Walburga Black, Druella Rosier y Corie Shoyer.

Eran tan buscadas.

Es decir, su apellido era lo único que el colegio necesitaba para ser sustentado con unos galeones, sin contar el apellido Malfoy, claro.

Al llegar a los pasillos todo era un revuelo, claramente el ruido mañanero no ausentó ni siquiera por un minuto, niños correteando de aquí para allá. Tirándose bufandas de un lado para otro o haciéndose maldades insignificantes.

Le molestaba. Los niños. Apenas y podía soportarse a ella, no va a venir a soportar a una cría de once.

—¿Cómo osan estudiar estos sangre sucias aquí?.—exclamó Druella.—Como si al colegio le faltaran más bacterias por aquí.

—Algún día se desharán de ellos.—musitó Elennor.

Inconscientemente tenía tanta razón.

El cuarteto rió cínico, como si la mayor ola de fantasías las hubiese inundado hasta la garganta.—¿Cómo vas con tus padres? ¿Los has convencido?.—inquirió Corie a Walburga.

La pelinegra mencionada suavizó su mirada, era un punto débil, demasiado frágil para ella.

Al cuarteto podían verlo tan frío como el hielo, pero los sentimientos también divagaban en ellas, aunque ahora solo dejaban que el apogeo de maldad se adueñara de ellas.

—Estoy tan jodida, no me dan más opciones.—explicó Black.—Además, he conocido a un chico, realmente me ha gustado demasiado y eso solo empeora el caso. Mis padres dicen que es mi deber mantener la pureza, que va, solo quieren joderme.

—¿Quién es el chico, Wal?.—inquirió Elennor, tomando asiento en el Gran Comedor.

—Lestrange.—no es que fuera de su agrado, si le preguntabas realmente lo despreciaba, su antiguo grupo, mucho antes que Malfoy y companía, la molestaban demasiado.

La seguían a dónde fuera, pero nunca se dejó, nunca lo haría y el mero hecho de que ahora estuviera tan cerca nuevamente le causaba náuseas.

—Solo cuídate.—aconsejó sin más.

—Ese es el menor problema. Le he dicho a mis padres que estoy en una relación con él.—explica. Las chicas clavan sus miradas en la pelinegra.—Han demandado que contraiga matrimonio con Orión, ¡con mi primo!. Me están jodiendo, Lestrange es sangre pura, aunque al parecer mis padres quieren mantenerla más que limpia y prefieren el incesto.

P E R S U A S I V EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora