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Las reuniones comenzaban a ser constantes, aunque sabía que tenía que ser muy meticuloso. Podía hacerlo todos los días si quería, pero sólo deseaba tener todo organizado y no fallar.

No podía cometer un desliz o seguro sin siquiera iniciar se vendría abajo. Su mente se ahogaba con tanta información ¿cómo un chico de 16 hacia todo esto?.

Él se sentía superior a todos, él era superior a todos. En cualquier aspecto. Aunque ahora sólo le importaba conseguir información sobre la Diadema de Rowena Ravenclaw—qué según los rumores estaban en los campos albaneses—.

Ya tenía en la mira a la alumna bajo el resguardo de la casa zul y plata, solo era cuestión de acercarse a ella. Y él sabía que tenía que utilizar sus encantos de chico apuesto.

Conocía que era muy guapo, que podía tener a cualquier chica que quisiese, pero para él los deseos carnales lo tenían sin cuidado. Así que hacia sentir a las chicas con que tuviera probablemente un polvo, especiales. Debían sentirse así por el tacto de Riddle. Era un efecto que provocaba en ellas y él disfrutaba de ver su juicio nublado por el amor.

Optó por hacer lo mismo con la heredera de Rowena, el acto sexual sería lo único.

No quería enamorarla y luego verla pegada a él.

Verdaderamente la terminaría asesinando si llegara a suceder algo así. Sus pensamientos fueron perturbados cuando Malfoy y Nott llegaron a su sitio, sentándose uno a cada lado de Riddle en la mesa redonda del aula de pociones.

Su vista continuó clavada en sus apuntes sobre la Amortentia, seguro verían eso hoy, si es que no se equivocaba o solo tal vez lo estaba predijendo mucho antes.

Una mesa al frente se llenó, en efecto el cuarteto había hecho acto de presencia, aunque lo único que pudo ver es una mirada neutral de Elennor y luego solo su cabello—debido a que se sentó dándole la espalda—.

Entonces fue a donde regresó en sí, ya tenía la manera de acercarse, pero necesitaba ganar su confianza.

Aún estás a tiempo.

Se sentiría tan estúpido y patético si sus sospechas de que esa bruja guardaba algo importante, fuesen falsas.

La puerta se abrió de par en par, un hombre bajo, poco canoso y de un peso poco proporcionado, entró por allí con una radiante sonrisa.

El profesor Slughorn.

Era uno de los más queridos, y como no, el apoyo de Riddle.

Aunque también de Elennor.

—Buen día alumnos.—musitó entusiasmado.—Bien, antes de todo, como sabrán suelo componer mi clase en parejas, normalmente dejo que ustedes la elijan. Sin embargo, el día de hoy lo haré yo, será su compañero durante todo el año. Así que estará de ustedes tener una buena relación.—culminó.

No transcurrieron más que unos diez minutos y sólo quedaban unas seis personas pendientes.

—Ahora, Elennor, Nott, en la mesa cinco.—el rubio oscuro le sonrió a la chica, intentando crear lazo mucho antes de siquiera sentarse juntos.—No, mejor Elennor, Tom, seguro harán una excelente pareja.

P E R S U A S I V EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora