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╰➳ C A P Í T U L O  5


Todos somos víctimas de víctimas”

Fin de semana.

La normalidad consiguió un lugar entre las horas que pasaban juntos en clase, está semana no habían entablado mucha conversación fuera de lo curricular. Sin embargo, Tom guardaba su paciencia para lidiar con la negativa de Elennor en la cena del club, que efectivamente se presentaría en la noche del día siguiente.

Sus pies se arrastraron con desgano en el frío suelo, no lograba conciliar el sueño y apenas eran las tres de la madrugada, tampoco sería tan mala persona cómo para despertar a su mejor amiga y decirle que quería pasar el tiempo.

Decidida a explorar una vez más, tomó su varita y un suéter, el frío de la madrugada la haría parecer al día siguiente que ingirió sustancias que ella misma desconocía.

La luz tenue iluminó parte de la sala común, se sentó en uno de los sofás de terciopelo esmeralda, frotó sus manos contra si mismo.—Tempest.—siseó.—¿Acaso no es muy tarde para estar por aquí?.

Apenas y pudo descansar por cinco milésimas de segundos y ya estaba él ahí.—Ah, Riddle.—hizo un tiempo.—Lo mismo diría yo, del...Delegado.

Soltó una sonrisa ladina.—Seguro él le mentiría.

—No lo dudo.—bromeó.

¿Seguirás ahí, verdad, Elennor?.

—¿El profesor Slughorn y tú, son familia?.—qué directo, la pregunta le tomó por sorpresa.

—No.

Tampoco iba a insistir con la mismísima Elennor, tenía que conocer el terreno y sus límites, para por supuesto, luego romperlos pero ahora sólo bastaba con no ser rechazado.

El rechazo no le sentaba bien.

Así que intentó hacer más charla.—¿Te gusta leer?.

Elennor soltó una ligera risa apenas audible.—Creí que sería muy obvia en ese aspecto.—sus estanques se clavaron en los de él.

—Mmm, creo tener algo que seguro te gustará.—anunció. Sacó su varita de su suéter gris, la alzó y en una simple maniobra apareció un par de libros.—Estos,—los señaló.—son de mis favoritos, diría yo, de mi colección.

—¿Y bien?.

—¿Quieres leerlos conmigo?.—invitó.—Ya los he leído, pero sería bueno tener compañía esta vez.

—¿Tom Riddle queriendo compañía?, que raro y eso que todavía ni amanece, ¿acaso quieres matarme?.—bromeó Elennor, aunque no muy segura de su propuesta.

Está vez soltó una risa ronca.—Por Salazar, debo quitar ese concepto que tienes de mí, sería fatal que la gran Elennor pensara así de mí.

La castaña revoleó sus ojos.—Bien, ¿por cuál empezamos?.

—El que quieras.

P E R S U A S I V EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora