Narra Nico
Me quedé parado en la cima de la montaña. Normalmente evitaba entrar por la puerta (bueno, arco) principal, pero esa vez era diferente. No sabía a qué me enfrentaba y qué haría a continuación. Aunque se hubieran aclarado un poco, mis recuerdos de ese lugar todavía eran confusos. «En fin –pensé–, espero recordarlo sobre la marcha».
Nada más bajar la colina, otra horda de recuerdos me asaltó, esta vez de lugares: la arena, el establo de pegasos, el campo de fresas, el comedor…las cabañas. Todo me resultaba conocido, pero a la vez extraño. Era como si me hubieran metido a fuerza esos recuerdos. Y no me gustaba un pelo esa sensación. Una voz me sacó de mis pensamientos.
–¿Di Angelo? –oí a mis espaldas.
Resoplé al reconocer la voz; una de las pocas voces que reconocía. Una de las pocas que no me provocaba dolores de cabeza por recordar...sino por la voz en sí.
–¡Huesitos, cuánto tiempo! –exclamó Valdez pasándome un brazo por los hombros– ¿Dónde estabas? ¡Me tenías preocupado!
–No toques –gruñí apartándole el brazo– Y la verdad es que no lo sé.
–Ya, como todos –suspiró–. ¡En fin, será mejor que veas a Quirón! Porque…porque te acuerdas de él, ¿no?
Me di cuenta de que me había quedado parado mirándolo sin entender nada con una mueca en el rostro. Cerré la boca y asentí levemente.
–Claro que me acuerdo, ¿por qué no me iba a acordar?
–Porque…verás, huesitos. Resulta que…
-¡NICO!
No me dio tiempo a reaccionar. Alguien hizo placaje contra mí, abrazándome con fuerza. Una cabellera rizada me hizo cosquillas en la nariz.
Al principio, tuve el reflejo de separarme, pero las imágenes acudieron a mí como almas condenadas buscando auxilio, impidiéndome moverme.
La veía en los Campos de Asfódelos, vagando sin rumbo fijo. Le tendía una mano y le daba una segunda oportunidad. Luego la veía exclamar al ver a Leo. Ella corría hacia él, pero Leo se alejaba. Otra imagen apareció. Estaba con un chico alto y corpulento, pero con rostro aniñado. El parecía darle algo importante pero...sólo era un trozo de madera. ¿Por qué era tan importante para él? ¿Por qué ella parecía conocer a Leo, cuando este negaba una y otra vez haberla visto antes? ¿Por qué la había rescatado?... Iba buscando otra alma, sin embargo, la encontré a ella.
Ella era mi hermana.
Mi otra hermana.
–Hazel –murmuré–.
Al oír su nombre, me estrechó más, y yo la envolví con mis brazos. Era una de las pocas personas que recordaba; una persona a la que quería mucho. Cerré los ojos y recosté mi cabeza en su hombro sintiéndome a salvo.
Ella era mi hermana por parte de padre, obviamente, aunque se diferenciaba bastante conmigo; sobretodo en el color de la piel, los ojos, el carácter.... En fin, que sólo coincidíamos en que ambos éramos hijos de Hades.
Hazel se zafó de mi abrazo y se separó de mí para mirarme a los ojos con preocupación.
–Nico, ¿dónde estabas? Te…te creía muerto –dijo abrazándome de nuevo–.
A Leo le faltaron segundos para responder por mí.
–Eso mismo le estaba preguntando yo, pero huesitos sólo responde a las chicas.
–Es mi hermana, idiota –le reprendí–. Y cállate, Valdez.
–¡Ese es mi chico! –exclamó sonriendo de oreja a oreja al oír mi insulto. Ya verás tú, qué niño más raro que se alegra hasta de que le insulten, pero ese es otro tema. Pasó su brazo sobre mis hombros y me sacudió de un lado a otro.

ESTÁS LEYENDO
El Despertar (Nico di Angelo)
फैनफिक्शन¿Qué ocurriría si los personajes de tu libro favorito despertaran y fueran de carne y hueso como tú? ¿Qué harías si te pidiesen que les ayudaras a volver a su mundo? ¿Y qué harías si te enamoraras? ¿Qué harías si te enamoraras de ese personaje al q...