Capítulo 20

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Antes de nada, quería deciros que miréis el video en multimedia. PORFI *^* Es importante para mí :"3 (Abajo están los datos c:)

***** (ya no hay triangulitos illuminati porque el móvil que los ponía se ha roto TnT)*****


-Bien, me alegro de que hayas acudido a mi llamada en sueños. Ya me preocupaba tener que matarte con tal de conseguir una reunión con cualquiera de vosotros, pequeños y escurridizos semidioses. Menos mal que bastó con enviar un par de cíclopes para que hiciesen estallar en mil pedazos tu proyecto. Sabía que eso te deterioraría lo suficiente como para deteriorar tus fuerzas y así poder robarte unos minutos de descanso...bien, ya que estás aquí...

Las palabras salían de su boca a una velocidad tan vertiginosa que ni siquiera yo lo entendía. Bueno, sí, entendía algunas cosas pero dos palabras de cada diez, y la mitad eran por intuición.

-¡Quieto ahí, para el carro, pies quietos! -grité subiendo los brazos- ¿Llamada en sueños? ¿Matarme para conseguir una reunión? ¿Cíclopes arruinando mi trabajo? -hice una pausa para tomar aire- ¿De qué va todo esto?

A pesar de que el hombre iba completamente cubierto y no se le veía ni un tramo de piel, alzó lo suficiente la cabeza como para que yo pudiera ver su sonrisa plagada de dientes tan afilados como los de un lobo.

-Pobre, pobre, pobre niñito -dijo el miembro de la "secta" lenta y dramáticamente-. No entiendes nada de lo que pasa, ¿cierto?

-Acabo de preguntártelo -dije juntando los labios en una fina línea y parpadeando varias veces-, y me gustaría bastante que me respondieras porque, ¿sabes?, no todos somos magos oscuros de una secta que aclama a la muerte y a los robos de sueños con unicornios y...

-¡Ya basta!

El suelo empezó a vibrar bajo mis pies hasta tal punto que pude escuchar cómo se resquebrajaba, incluso cayó polvito de la cúpula que me dejó toda la ropa blanca. Y aun así, yo sólo podía seguir pensando en que la voz de la figura encapuchada que estaba a bastantes metros de mí se había agravado tres octavas y sonaba desagradablemente pastosa y gutural, como si estuviese terminando de masticar unos cereales y se le hubiesen quedado pegados entre la lengua y la garganta en forma de masa pegajosa.

Alcé la cabeza cuando escuché el sonoro suspiro ronco que emitió mientras se paseaba delante de las cortinas moradas. Sus movimientos eran rápidos, toscos e imprecisos, como si no supiese bien cómo hacerlos. Además, quizá fuera mi mente, pero sus hombros se habían ensanchado y la túnica se había levantado lo suficiente como para que alcanzase a ver sus pies, cubiertos con unos zapatos negros que parecían haber pasado por la segunda guerra mundial.

Esperé en silencio a que el hombre volviese a hablar, observando el ahora increíble e interesante suelo bajo mis pies. Realmente, no sabía por qué tenía miedo (o sea, era sólo un sueño) pero mi instinto me decía que cerrase esa bocaza mía antes de que dejase de caer polvito inofensivo procedente del techo y comenzase una lluvia de agresivas tejas negras sobre mi cabeza, lo cual me pareció bastante sensato. De pronto, interrumpiendo mis pensamientos instintivos, el brujo, medium o lo que fuese, se giró bruscamente y clavó su mirada sobre mí. Su capa se ondeaba suavemente sobre sus zapatos andrajosos, embriagándome con los efectos de luz y sombra que provocaba y distrayéndome de la su voz, que salía de debajo de la capucha:

-Estúpidos semidioses, no sé ni para qué me molesto en prepararme para recibiros, bastante tengo ya con todo lo que está por llegar... -Escupió sin moverse un centímetro- Le diré al jefe que no vuelva a mandarme esta clase de estúpidos encargos. Si es que ya sabía yo que tendría que haberle ignorado en cuanto me lo mandó...El gran Licaón no debe obediencia a nadie.

El Despertar (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora