U N O

2.1K 334 41
                                    









Capitulo uno: "Típico"









Capitulo uno: "Típico"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.







Cinco bebió un poco de su taza de café, deleitándose por el sabor amargo de este. El café dulce no sabía tan mal, pero era infinitamente mejor el amargo, más cuando era de esos días en donde Reginald simplemente le permitía beber de este líquido por su buen desempeño en las misiones. Admiro la mesa frente a sí, alumbrada por la tenue luz que entraba por la ventana, sintiéndose repentinamente extraño. Sentimiento que desapareció cuando su novia apareció por la puerta.

Si, era la pareja de Siete. Es decir, siempre había mantenido un enorme sentimiento de cariño por la joven, no fue hasta hace un par de semanas, en donde finalmente acepto las emociones que mantenía para la linda chica, en donde ambos, al notar la coincidencia de sentimientos, decidieron ir mas allá. Claro, el joven quería mucho a la muchacha, no podía decir que la amaba porque aún era muy joven para eso pero, sus sentimientos se descontrolaban con la simple presencia de la chica. Al menos era de esa forma, así funcionaba su mente hasta que en un incidente, sus ojos se comenzaron a enfocar en otra persona.

Ocho, el niño maravilla. El joven más prometedor del hogar y al mismo tiempo, un discapacitado.

Cinco nunca lo admitiría en voz alta, pero en un pasado nunca había observado al octavo, le daba completamente igual este y lo único por lo que sabía de su existencia, era por el hecho de que prácticamente, el joven corresponde al pedestal que debe derrotar. Era tan sencillo como una relación de extraños que conviven en un mismo hogar por obligación pero... Todo cambio hasta esa noche, la noche en donde tuvo el deleite de apreciar una faceta totalmente distinta a la que su hermano por lo general mostraba. Cinco recuerda el sabor amargo de los labios de Ocho, ligeramente ácidos por el alcohol. Recuerda con terror el cómo, por primera vez en su vida dudo de su propia cabeza, al no poder evitar comparar los labios de su hermano con su novia. La dulzura de Siete, de la que nunca había dudado, también se reflejaba en sus labios, en los besos que se daban, en los abrazos y en las caricias, ella siempre era dulce y eso a Cinco le encantaba, le seducía y le fascinaba. Nunca imagino que la amargura que transmitía Ocho fuera tan obsesiva, al punto en donde, quizá en más de una ocasión luego de esa extraña situación, imagino ese interesante sabor, imagino saborearlo y juntarlo con el propio.

Ocho siempre había sido un misterio para la familia. Ocho era un ser amargo y desgraciadamente, a Cinco le encantaba lo amargo.

Siete se encamino a la mesa, se sentó a un lado de Cinco y le observo expectante, visiblemente nerviosa y con una enorme sonrisa adornando sus rojos labios. El muchacho miro lado y lado de la sala, dejo su taza de café nuevamente sobre la mesa y le brindo un apretón en el hombro a la niña, cosa que hizo que la sonrisa de esta se hiciera más grande.

Cuando todos estaban en la mesa consumiendo lo cocinado por Grace, las circunstancias normales comenzaron a hacer aparición. Dos jugaba con un cuchillo, Tres y Uno se observaban con descaro sobre la mesa, Seis leía un libro, Cuatro consumía sustancias de extraña procedencia y Ocho estaba ahí. Simplemente en la mesa, comiendo lentamente, saboreando sus alimentos y disfrutándolos, con los ojos entrecerrados y una mueca de cansancio, con ojeras visibles desde tres metros y el cabello claramente desordenado.

Cinco tardo en notar que Ocho no estaba siendo Ocho. Su postura insegura resaltaba, los labios de un tono lila y también secos, las ojeras bajo sus ojos, sus pupilas cansadas, sus movimientos lentos y su nariz roja, su piel como el papel y sus manos temblando ligeramente, todo parecía estar mal en el chico y nadie parecía notarlo. Solo unos segundos, quizá tres o cuatro hicieron falta para que ambas miradas se encontraron en el vacío del aire y le dieran paso al color granate en las mejillas de ambos jóvenes.

Las personas no son bebidas. Un pensamiento extraño que curso por la mente de Cinco sin pena ni gloria alguna.

Cuando el almuerzo termino, el primero en salir corriendo de la habitación, fue Cuatro. Casi de inmediato, como si se tratara de una imitación barata a una bala, Ocho corrió escaleras arriba, a una dirección totalmente distinta a la de Cuatro bajo la justificación de ir a por algo que se había olvidado. Todo el resto de personas se encaminaron al área de entrenamiento, en donde, siguiendo las indicaciones del señor Reginald, comenzaron a desarrollar sus dones. Nueve minutos después, ambos hermanos aparecieron en la entrada y se dedicaron a seguir instrucciones.

Ese lunes, nada nuevo paso. Ese lunes era monótono y eso era agradable.

Agradable.

Agradable.

Agradable como aburrido.

Quizá debió apreciar lo agradable más tiempo.

É C O U T E   ||   Number Five.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora