D O S

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Capitulo dos: "Intriga"








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No sabía cómo había funcionado el tiempo mientras no se encontraba consciente, si somos sinceros, tampoco es que le preocupara mucho. El domingo ya había llegado y Ocho sentía que solo habían pasado tres días desde el último fin de semana. Se sentía extrañamente energético, aun con el fuerte dolor de cabeza que perduró desde que tuvo consciencia de sus acciones.

Su cabeza, era un caos, tanto dentro como por fuera. Por dentro, miles de preguntas y soluciones incoherentes hacían presencia sobre cualquier tipo de tema, sea serio o irrelevante. Mientras, por un lado totalmente contrario, su cabeza vista desde un ángulo exterior, permitía que cualquiera se diera una idea equivocada con respecto a lo que le había sucedido. Su pelo estaba hecho un nido de pájaros, y mucho no podía hacer al respecto, pues, en su cuero cabelludo, se había formado un enorme morado con toques azules y amarillos que le limitaban las acciones.

Estaba a un par de minutos de tener su escapada normal con sus hermanos. Todos los domingos tenían su día libre, Reginald les permitía hacer lo que quisieran, claro, con limitantes leves como: No hacer nada que ponga en juego la integridad social que ganaron como héroes, no hacer nada que pueda poner sus vidas en peligro, no hacer algo que pueda llevar a un problema de gran calibre, entre muchos otros ejemplos

Hasta ese momento, tan solo una semana después de haber sufrido una horrible resaca, Ocho no comprendía lo que había pasado hace siete días. Pensó en dejar el tema olvidado, oculto en el pasado pero, comenzaba a ser tragado por la curiosidad propia, que le impedía ignorar los hechos con tal constancia. Cuando acepto su destino de vergüenza y tomo la decisión de preguntar, sus hermanos no daban muchos detalles al respecto.

Lo único que sabía, es que había coqueteado con Cinco hasta llegar a puntos extremos, y que había tenido una pelea con Siete, en donde, básicamente, no se defendió mucho por los efectos del alcohol que había consumido.

Quería y al mismo tiempo, no quería obtener respuestas.

El sudor entre sus manos parecía mojarlas como si se tratara de agua. Estaba nervioso y comenzaba a sentir molestia de su habilidad. Tomo un trapo sobre un mueble de su habitación y limpio las palmas de cada mano con exasperación, tan nervioso por los acontecimientos que pueden llegar a ocurrir esa noche.

No podía mentir, por supuesto, cuando el lunes de esa semana se levantó de su cama y observo todo el desmadre que había ocurrido, se sintió molesto, frustrado, abrumado, estúpido... Pero ahora que lo pensaba de una forma más profunda, los acontecimientos de su borrachera no habían sido tan traumáticos, al menos en un inicio. Debía admitir que cuando probó el agrio sabor de esa bebida, se sintió asqueado ante el sabor amargo que se hizo paso en su cavidad bucal, pero con el tiempo, comenzó a hacerse ciertamente placentero.

É C O U T E   ||   Number Five.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora