Lo conozco desde hace muchos años, puede ser que estemos cerca de cumplir la década. No somos amigos cercanos, ni amantes empedernidos. Lo que es cierto es que ambos desbordamos curiosidad. La música siempre nos unió, no creo que tengamos los mismos gustos musicales pero coincidimos al momento de admirar a un solo artista.
La gente que nos conoce siempre ha pensado que eso nos debió haber unido, pero es que siempre fue tímido y yo... siempre con la cabeza en un millar de cosas, quizá por eso me llamo Paloma, porque es imposible que pueda estar en un mismo lugar, necesito volar.
El tiempo pasó y nos distanciamos; aunque debo decirles que en cada oportunidad que tuvimos, comentamos la música de este artista al que los dos aficionadamente admiramos al punto de cantar algunas de sus letras, una noche cualquiera en la ciudad.
El tiempo siguió pasando hasta alejarnos completamente. Fue tal mi indiferencia que incluso él me seguía en Instagram y yo no lo hice de vuelta. No porque no me pareciera interesante, sino porque es muy probable que yo... ni lo haya notado.
Fue hasta este año que la vida me hizo recordarlo. Nuestro rapero favorito anunció el lanzamiento de su nuevo disco y cuando finalmente lo hizo, necesité comentarlo con un conocedor que disfrutara tanto como yo, hablar del ritmo, la música y las letras.
Lo etiqueté en un storie de Instagram que tenía de fondo la canción Closed on Sunday. Les prometo que jamás lo hice con una intención en particular, nuestra conversación fue pausada por una y mil cosas ajenas a nosotros dos.
Las noches de fiesta por separado nos hacían presentes en nuestras mentes, mensajes de texto aparecían repentinamente al son de las canciones en el club donde no estaba pero al que ciertamente le extendí una invitación.
No era tarde pero él había empezado temprano. No llegó. Y aunque siempre lo intuí al menos esta vez no me quede a medias como una lectura abrumadora y di el paso. Sinceramente no tenía un motor claro que me dijera porque lo estaba haciendo. Y sin justificaciones debo decir que siempre me cayó bien y quizá solo es eso; sin rodeos. (Además me doy cuenta que soy sincera con esto, porque no deseché mi noche viendo el celular).
Al día siguiente la desvelada y las pocas ganas existentes a causa del cansancio, nos hicieron escribirnos nuevamente, como para matar el tiempo. Esta vez no fue una prueba y error, ni algo a medias, ni una probabilidad fallida. Esta vez nos vimos y el encuentro se dio en un exquisito restaurante de comida japonesa.
La conversación fluyó con soltura, las únicas veces que tomé el celular fue para enseñarle algunas imágenes que pudieran ilustrar mi conversación. Todo marcha bien, pensaba. Todo va bien. Yo reí sin forzar nada, abrí mi mente y pronuncié algunos secretos en pro de fomentar la confianza entre nosotros, como si el tiempo no hubiera pasado.
Él estaba receptivo al punto en el que comenzamos a platicar sobre nuestras experiencias pasadas: las últimas personas con las que salimos, con las que sonreímos, la última persona con la que estuvimos, ¡sí! en un contexto sexual; y por primera vez en mucho tiempo presencié que no me miraba alguien asustado, espantado o sorprendido.
Y así pasaron más de un par de horas, contándonos todo rápidamente como queriendo esta vez ganarle al tiempo, como si desde el inicio supiéramos que no sería eterno. La pasé bien él lo sabe, como también sabe que por ahora yo no estoy precisamente meant to be con alguien.
Acabo de mirar mi celular, no espero otro mensaje de él. Hasta hoy hablamos para coordinarnos e ir juntos a la próxima exposición del Museo Jumex, una donde podremos observar arte firmado por el mismo artista que hizo la portada de nuestro ídolo musical. Otra coincidencia entre los dos es que de tantos países en el mundo ambos hemos estado en Islandia, ¡claro! en diferentes tiempos pero al final hemos estado ahí. Conversando sobre la complejidad y excentricidad de los países escandinavos, destacó entre su plática algo que yo no sabía aún, y no es que yo lo sepa todo ¡por supuesto que no!, pero tengo ese gran defecto de querer saberlo todo, de investigar hasta la cosa más absurda que te puedas imaginar. Es hasta cierto punto chistoso y funcional para mis amigas que siempre dicen: "Pal tú que sabes muchas osas ¿por que pasó eso en ese lugar?", y así podría mencionar muchísimos ejemplos.
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El amor en tiempos digitales
Teen FictionEsta es la ironía detrás del uso de una popular aplicación de citas