Estaba de vuelta en el departamento, a una hora antes de la prevista. Había disfrutado cada momento, sabía que la había pasado bien.
Cuando abrí la puerta mi compañera especulaba también sorprendida, si todo había salido bien. Yo aún guardaba unos pedazos de pizza fría en un refractario, mismos que ella decidió probar junto a una copa de buen vino.
Y platicamos solo por un rato.
Recuerdo que no había más mensajes de él en mi bandeja, esperando por mi respuesta.
Después de lidiar con adivinar lo que quería usar, entré a mi habitación solo para recoger todo el desorden que provoqué, me desmaquillé, instalé la aromaterapia que tanto me fascina y me fui a dormir.
Los siguiente días fueron de cruzar mensajes poco profundos, alguno que otro meme, alguna que otra publicación cómica en la web.
Muchos meses después a este segundo encuentro supe, que del otro lado de la pantalla la percepción era que a mí no me importaba demasiado.
Hoy que lo analizo y que miro a detalle en el baúl de estos recuerdos, confirmo que no es que no me importara, sino que tiendo a ser una persona un poco hermética, sobre todo después de lo que había pasado, ¿recuerdan?, de ese pasado que de alguna forma me marcó.
Si son nuevos por aquí probablemente quieran pasar a leer, para entender mejor:
https://www.wattpad.com/myworks/253936403/write/1012724671
En fin ¿saben?, entre todo esto quiero aprovechar para dejar en claro que nunca fue algo intencional. Recuerdo que esos días me resultaban sencillos porque la pasaba sumergida en mi proyecto emergente, la cabeza fácilmente se perdía en estos planes que siempre, desde que recuerdo, me ha fascinado crear y sostener en mi cabeza.
Estas son las formas que encuentro (o que alguna divinidad me ha indicado, como factor para sentirme productiva). Estoy completamente segura que esto no se los he contado, pues de hecho puedo garantizar que ni siquiera mi círculo más cercano, lo sabe pero... cuando yo estaba en el vientre de mi madre, algún doctor que tomó a la ligera su ultrasonido, le garantizó que yo vendría al mundo como un niño. Desde entonces mi madre me concibió en su mente como un varón y ante mi espera compró todo en color azul.
Años más tarde mi vidente personal (por llamarlo de alguna forma), me confirmó que como parte de las razones por las que mi personalidad es fuerte, hostil, autosuficiente e independiente, es porque traigo el arraigo de las creencias masculinas, ¿ya saben?, este rollito de ser proveedores y portadores de... llámenlo como ustedes quieran. De ahí nacen estas ideas de crear lo mío, lo propio, todo aquello que tenga la facultad de hacerme sentir libre. Y si a esto agregamos que mi signo zodiacal (sin ser la loca del horóscopo), es Acuario, la historia se cuenta sola.
Volviendo a la historia. En aquél entonces Pangea era literalmente todo lo que mi cuerpo respiraba y de lo que se alimentaba. Sigue siéndolo pero como todo, nuestra relación ya ha tenido una positiva transformación. Migró gracias a los esfuerzos que han sido volcados en pro de su crecimiento y desarrollo.
Así que mi corazón -literalmente- divagaba entre todos estos pensamientos antes mencionados y los nuevos personajes que a mi vida llegaban como presuntos protagonistas, sin darme oportunidad para pensar, si realmente estaba o no, lista para este "nuevo comienzo".
Recordar a detalle es una habilidad que he venido perdiendo porque de un tiempo para acá, mi corazón se ha lastimado.
Wow. Y pensar que estaba segura de dejarlos leer este pequeño párrafo anterior sin agregar que es una idea que me he venido repitiendo, más bien por miedo a afrontar que la realidad dista mucho de lo que yo pensé que serían todos estos cambios en mi vida.
En fin. Probablemente más adelante lleguemos a las respuestas de estas ideas. Pues aunque este texto es un borrador del mes de Julio, que dejé volando en el aire, completamente indefenso. Hoy que estamos en la penúltima semana de octubre, confirmo que realmente las personas no cambian y que más rápido caen los 20 junto a las vendas de los ojos. Por un momento pequé nuevamente de ingenua, como si de verdad nunca en la vida me hubieran lastimado y quise creer que todas las malas pasadas, solo representarían la incomodidad de un rasguño pasajero.
Hoy, muchos meses después soy consciente de que cualquier herida, por mucho que deseemos minimizarla, si se sazona con ansiedad, la pronunciación de palabras contundentes y la ejecución de actos irreversibles, se transforma en una cicatriz indeleble.
Lo llamo: La metamorfosis de un corazón enamorado
Creo que podría ser el título de un capítulo.
PD. No quiero volver a prometer mi regreso. Creo que en esta entrega elegí compartirles lo del signo libre, con el afán de que comprendan en toda la extensión de la palabra cuanto me comprometen los deadlines.
Así que dejemos que esta historia encuentre su propio ritmo.
@PalomaKerr en IG
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El amor en tiempos digitales
Ficção AdolescenteEsta es la ironía detrás del uso de una popular aplicación de citas