Después de esperar a August para idear la entrega fui a dormir inquieto y con una duda en mi mente, ¿y si fuese el caso que ese mocoso fuera mío? Imposible, ella lo aclaró en sus redes sociales, sus palabras textuales fueron: —¡Sam y yo estamos muy felices de anúnciales la pronta llegada de nuestro Alex Daniel, fruto de nuestro amor!— Adjuntando una fotografía de él abrazándola desde atrás con las manos en su barriga mientras ella lo miraba con ternura.
Ya habían pasado dos horas desde que August y Víctor salieron hacia otro estado del país para poder recoger la mercancía que sería vendida en las discotecas Venezolanas, y no solo venia coca, sino Molly, éxtasis y otros cuantos más, y todo por traernos de incognitos para dar inicio a nuestra venganza.
Hoy iba a cometer una locura, iba a drogar a los gorillas de Víctor y ver que tanto escondían con el jodido mocoso. Por eso, en estos momentos me encontraba desayunando en mi habitación, diseñando perfectamente el plan que iba a llevar a cabo. Anoche, mientras estaba abajo divisé un termo de agua, perfecto para colocar el somnífero. Saqué de la valija las capsulas que sabía que un jodido día las iba a necesitar, solo esperaba que no estuvieran caducadas, si no, todo sería trabajo perdido. Salí de la habitación con las capsulas en la mano dentro de los bolsillo de mi pantalón como si nada pasase.
—Señor, disculpe desea dar una vuelta a caballo —dice la mujer que nos atendió el primer día
—Este... no, gracias, creo que saldré a dar una vuelta en la moto —digo
— Lo siento, pero usted no puede salir de aquí —dice con la voz firme
— Cierto, cierto — dije y en ese momento se escuchó el llanto del niño
— Pobre chamito — se lamentó — la mayor parte de todos los días lo escucho gritar y llorar — de repente se acordó que era conmigo con quien estaba hablando
—yo... lo siento, no... no quise... yo— Tranquila, yo pienso lo mismo, por cierto, ¿cuándo come ese niño?
— En unos minutos yo misma bajaré a llevarle el desayuno mientras Carlos sube a desayunar — informó
¡Bingo! Era el momento idóneo para poner en marcha mi plan
— Regresaré a mi habitación si no es molestia— informé con cara de póker
Ella asintió y regresó a la cocina, yo hice como si regresara a mi habitación y me escondí entre una de las tantas columnas que había dentro de la propiedad. Tal cual como ella dijo iba a llevarle la comida al niño en una bandeja, esperé un tiempo prudencial hasta que divise a Carlos cruzar hacia el comedor. Pegado a la pared, muy bien escondido comencé a descender por las escaleras, de fondo se escuchaba un leve murmullo entre la mujer y él hombre que cuidaba al niño.
— Roberto déjame alimentarlo — susurró con voz queda la peli negra
— Te dije que lo dejes estar maría — gritó — no es tu hijo maldita sea
— Pero, no vez que es un simple bebé, por favor déjame alimentarlo
— Tienes diez minutos para hacerlo, y ni loco te dejo solo con el mocoso ese, aunque no lo creas es arisco y da guerra
Justo ese era el tiempo que necesitaba para poner el agua, subir y esperar que hiciera efecto. Al otro lado de la puerta estaba el condenado termo, por ende y como un ninja, me apegue a la pared y corrí en puntillas hasta el otro lado dando gracias a Dios que ambos estaban de espalda. Con suma cautela abrí la tapa, destapé cinco capsulas — creo que son demasiadas—en el agua y removí metiendo mi mano.
<< Menos mal y no era yo quien se tomaría esa agua>>
Aun pegado a la pared eché la cabeza hacia un lado mirando hacia donde estaban las personas y vislumbré una mano chiquita color caramelo golpear la comida haciendo que esta cayera al piso sucio — no puedes ser tan malagradecido —dijo el gorila —ella es la única que se preocupa por ti.
—Pues no fuese así si mami estuviese aquí, todo son malos, nadien me entienden — dijo con una vocecita que hizo que algo se removiera dentro de mí
— Se dice NADIE mocoso y es entiende, en fin que va a saber un mocoso, María, vete ya— dijo el gorila.
Salté hasta el otro lado y corrí escaleras arriba con la adrenalina a mil, no debía dejar que ellos se dieran cuenta que estaba husmeando. Afortunadamente había salido exento de la primera fase de mi plan.
—¿Por qué tan apurado Ernesto? Dijo una voz detrás de mi
— Oh, hola Carlos — trague grueso— solo me acordé de unas palabras que me había dicho la chica de la cocina
-—¿María?
— Si, esa maría, ella me dijo que me apresurara si quería dar una vuelta a caballo por la propiedad porque ya iba a guardar los caballos
— Siempre maría de servicial, y sí, tiene razón, ya a esta hora Elory guarda los caballos así que siga su camino Ernesto.
La mentira me había salido mejor de lo que pensaba, y fiel a mi palabra iba a montar a caballo esperando que los bobolongos se tomaran el termo y poder ver que tan jodidamente esconde en esa habitación junto al niño.
Fui andando hasta las caballerizas y como siempre que lo hacia el perro me acompañó hasta el hermoso caballo que estaban a punto de encerrarlo en las caballerizas — disculpe señor, quería dar una cuantas vueltas al lugar — le dije al anciano que estaba al lado del caballo
— Buenos días patrón, deme tantito y ya le ensillo a Azabache — dijo amarrando al caballo
Me acerqué hasta Azabache — que hasta ahora sabía que así se llamaba— le acaricié el pelaje negro como su nombre mientras el señor iba a buscar los instrumentos para poder montarlo
—Tengo un vacío en el pecho, Azabache, algo así como un presentimiento — le confesé al caballo que lo único que hizo fue relinchar
— Sé que no me entiendes, pero eres mi único amigo aquí. Siento que ese niño me va a traer grandes problemas, pero ya lo hecho está hecho —le dije rascándole las crines.
El anciano trajo varios elementos y empezó a ensillar al caballo, tuve que hacerme a un lado para que el hiciera su trabajo. No tardó mucho y en tiempo record — que para mí así fue — una vez que el caballo estaba listo me dispuse a montarlo, primero puse mi pie izquierdo en el estribo impulsándome hacia arriba para después acomodarme en el asiento. Una vez acomodado acomodé las correas que servían como freno y di una leve apretada con los pies para que el caballo comenzara a andar.
El verde abundaba en el lugar, ya fueran árboles, arbustos, césped o enredaderas, no obstante los colores vivos contrastaban entre el verde. No sabía exactamente en qué momento dejamos de trotar para empezar a galopar, el viento me golpeaba en el ostro y me fue imposible no sentir por unos segundos la libertad, cosa que no tenía desde que August regresó a mi vida. Me olvidé de todo, de Agatha, del negocio, de mis padres, de todos.
Azabache se había convertido en una gran compañía. Qué triste somos los seres humanos que no apreciamos la belleza de los animales, somos tan horribles que los utilizamos para nuestro beneficio y no los valoramos como lo que son, otros seres vivos como nosotros en el planeta. Acaricié sus crines negras entre mis dedos deleitándome con la suavidad que esta poseía. Mientras lo hacía volvió a mi mente el plan que había trazado, necesitaba ver porqué August guardaba con tanto recelo a ese niño, algo especial debía de tener para que lo ocultara hasta de mí. Algo importante debe tener ese niño que hasta este momento lo han cuidado como si fuese un tesoro.
Con ese pensamiento reduje el galope hasta convertirlo en trote, le hice dar la vuelta para regresar hasta los alrededores de la propiedad. Era ahora o nunca, ya tendría que haber pasado alrededor de media hora, tiempo suficiente para que las pastillas hicieran su efecto, por ello volví a galopar con azabache
— Vamos muchacho, es hora de ver cuál es el misterio que tienen
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El sigilo del Fénix ( Cuervos 2) PAUSADA
Acción¿UNA MIRADA LO CAMBIARÁ TODO? ¿Puede el odio destruir lo que realmente amas? Segunda parte de La biologia cuervos Todos los derechos reservados