La claridad y los relinchido de los caballos terminaron de despertarme. Que distinto era el despertar en la ciudad a la del campo, y aunque era un poco ruidosa, me gustó percibir el cantar de los pájaros y el sonido de la naturaleza en su máxima expresión. Aún adormecido busco entre mi maleta la ropa que utilizaré. Dejo la ropa encima de la cama y me meto en la regadera. El agua fría activa mi cuerpo y mis energías regresan con fuerzas.
Al salir, comienzo a vestirme y, aprovechando que amanece el día frío me coloco con una camisa manga larga y unos jeans negros, me coloco las deportivas, me coloco perfume y arreglo un poco mi cabello. Ya una vez listo, me encamino hacia las afueras de la casa ya que lo único que me apetece en estos momentos es respirar el aire puro que habita en este lugar.
La salida no fue difícil de encontrar, ya que en la parte de arriba se encuentran solamente los dormitorios, y la de abajo es pequeña. Ésta cuenta solo con un salón con sofás de color negro, la cocina — que abarca la mitad de la casa— y varias puerta.
Camino sin importarme e ignorando la cocina y a las personas que se encuentran en este momento trabajando. Mi objetivo en ese momento es ver la parte trasera, por lo que sigo mi camino hasta dar con unas puertas color negro con vidrios de colores. Empujo con fuerza y juro que mis ojos no estaban preparados para lo que estoy viendo en estos momentos. Cierro los ojos e inhalo el aire de la mañana mezclado con pasto recién cortado, frutas y varios olores que no logro descifrar. Al abrirlos mis ojos se posaron en las montañas que estaban frente a la vivienda, muy parecida a las de chile. En la punta se divisa un blanco impoluto que cubre las montañas.
Estoy maravillado con la vista, tanto así que no deparé en el señor que en este momento se encuentra frente a mí. En sus manos tiene una taza con un algo humeando — disculpe, me dejé llevar por las vistas— me disculpo avergonzado
— No Mijitico aquí a gente le pasa eso muy seguido — me señaló la taza — tome tantico cafesito pa que se la pase lo dormio— dijo y traté de entenderle lo más que pude
— Muchísimas gracias— dije dando un sorbo a mi café que estaba muy bueno — wow que rico sabe este café
— Anhoritica lo acaba de hacer la caro está recién colao— sonreí y le di las gracias sin entender nada
A mi lado se posiciono August mirándome de forma burlona, esperó hasta que el señor se fue para poder hablar — no me pidas que te traduzca esto, porque se me hace difícil el léxico de las personas del campo—
Bufé resignado. Caminamos hasta la cocina, por la ventana vi incrédulo como los caballos estaban sueltos. En ese momento se abrió el portón y tres camionetas entraron hasta estacionarse frente a la casa, August y yo salimos al encuentro con Víctor y sus hombres. Víctor salió con su caminar chulesco hacia nosotros
— Buenos días por la mañana — dijo alegremente
— Buenos días, Víctor— respondimos al unísono
— Me imagino que van a cambiarse — dijo. Ambos lo miramos confuso
— ¡No me jodan! — lleva sus manos a la cena — verdad que anoche no les dije nada, bueno, aquí acaban de empezar las ferias y la inauguración se da con la cabalgata, obviamente todos vamos a ir. Denme unos segundos y les buscaré ropa acorde con este día.
Así lo hizo, entro a la casa junto con uno de sus hombre, para al rato salir con un bulto en sus manos, del que entregó a August y a mí un par de blue jeans y camisas de cuadros junto con un par de sombreros — vayan a cambiarse, aquí los espero.
Rápidamente me cambié mi cuello de tortuga por la camisa de cuadros, remplacé los pantalones negros por los azules, coloqué mi reloj y me coloqué perfume y el sombrero. Me miré en el espejo y sonreí divertido, parecía un vaquero del lejano oeste. Alcé la mano y note cierto temblor en estas; y como no estar nervioso, sabiendo que estaba en el mismo territorio que ella. Cerré las manos en puños, debía controlarme y no ceder a mis instintos.
— ¿Qué tanto te ves en el espejo Nesto? —dijo August sacándome de mis pensamientos
— Nada...
— ¡Oh vamos! ¿No me digas que? — reclamó
— Ni se te ocurra decir lo que estás pensando— amenacé — solo estaba recordando las películas del lejano oeste. Nos vemos ridículos
— Bueno en eso si tienes razón — dijo y de pronto su semblante cambio— Ernesto, antes de hacer cualquier cosa necesito que me prometas una cosa— dijo serio
— No puedo prometerte lo que no me has dicho — dije alzando una ceja
— Por nada del mundo vas a tener contacto con el mocoso, no debes ni verlo. Deja que los hombres de Víctor hagan lo que tengan que hacer, tu solo aléjate del niño — sentencio
Arrugue la frente — ¿Por qué no debería verlo? Se supone que nosotros debemos hacer el trabajo no ellos— dije un tanto molesto
— Porque te conozco, y sé que si ves al mocoso y ves su parecido con ella, se te hará imposible cumplir con la venganza
— No sabes lo que dices— dije molesto — yo puedo con esto August
— Tú solo has lo que yo te digo ¿estamos claros? Si yo te digo que no lo vez, es porque no lo vas a hacer Ernesto. Aléjate del niño, de él me encargo yo y los hombres de Víctor, a ti te dejaré a Agatha. Y si no cumples con tu palabra, no será Agatha o el niño el que tenga una bala en la cabeza — dicto colérico
— Está bien August, se hará a tu manera — dije muriendo de cólera.
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El sigilo del Fénix ( Cuervos 2) PAUSADA
Aksi¿UNA MIRADA LO CAMBIARÁ TODO? ¿Puede el odio destruir lo que realmente amas? Segunda parte de La biologia cuervos Todos los derechos reservados