Capítulo 2

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Iris

Después del desayuno en la cafetería, Matías y yo nos dirigimos a nuestra clase de apreciación del arte. Esas clases son de pura teoría, por lo que son un poco tediosas y es recomendable llevar termos llenos de café para no dormirse.

En la primera hora todo pasa normal. A la segunda, varias imágenes empiezan a pasar por mi cabeza, mis manos se dirigen al papel automáticamente. Cuando me invaden no puedo detenerme, tengo que dibujarlas.

Esta vez dibujo un espejo.

-Señorita Iris- La voz del profesor me despertó del trance.

-¿Sí, maestro?-Contesté insegura, recordando aquel espejo que por alguna razón me revuelve el estómago y se me hace tan conocido.

-¿Podría continuar con la lectura?-. Me dijo señalando el libro-. La teoría es tan importante como sus dibujos.

Matías que está sentado a mi lado, me señala el párrafo para que pueda leerlo.

Las imágenes del espejo me invaden todo el día, lo paso dibujando en distintos ángulos, creo que en el mango está escrito un nombre. No puedo llegar a escribirlo, porque, a diferencia de las imágenes que aparecen en mi mente, aquel nombre no está tan claro.

Un rostro. Mi mente quiere recordar un rostro. Empiezo a hacer dibujos de una persona con el espejo, pero no me es familiar, no lo he visto. Lo empiezo a dibujar con el espejo una y otra vez.

Estoy preocupada. Por alguna razón, siento que el espejo no le pertenece. ¿Qué estoy haciendo? Estoy dejando que los dibujos me preocupen.

Un flash me sorprende, alzo la mirada y veo a Matías sonriendo tras la cámara.

-¿Estás bien?-. Me pregunta.

-Sí-respondo confusa.

-Ya todos se han ido, se acabaron las clases y tú sigues aquí sentada dibujando-. Su mirada era de preocupación.

Había perdido la noción del tiempo. Ya se había acabado el día y yo no había prestado atención a ninguna clase. Esto me pasa desde que empecé a dibujar los rostros de aquellas dos chicas, dos semanas después de entrar a la academia.

-A veces siento que son tan reales-. Digo mirando los dibujos-. ¿Has visto este espejo?

-Yo sé que para ti lo son, como las fotografías son algo real para mí-. Me responde viendo su cámara.

Deja colgar su cámara y se incorpora para observar el dibujo y niega con la cabeza.

-Tengo que ir a dar clases- le respondo furiosa recogiendo mis cosas.

El comentario de Matías me dolió, sé que esto es real, o al menos es lo que siento.

***

Tengo la clase de proporciones anatómicas. La escuela nos facilita maniquíes para hacer estos tipos de dibujos. Muchos de los estudiantes prefieren no seguir dibujo, pero es obligatorio para todos los artistas de los primeros niveles estudiar en todas las materias juntos para especializarse en los niveles superiores. Así que, a pesar de que yo soy dibujante y Matías cineasta, tenemos clases juntos.

No logro sacarme de la cabeza aquel espejo, y lo paso dibujando con aún más detalles, sin lograr visualizar de manera clara el nombre.

Al salir de clases, encuentro a Matías esperándome en la puerta.

-Perdón-. Me dijo y me entregó una caja envuelta-. No quería ofenderte. Creo en tus dibujos, pero también me preocupa la forma en la que te pierdes en tus pensamientos.

EspejismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora