Matías
Tenía una vida normal en la academia junto a mi madre. Sin embargo sabía que no sería así por muchos años. Mi madre me contó desde el principio cuáles eran mis orígenes y no era algo muy común que digamos. Mi padre es nada más y nada menos que Hipnos, el dios de los sueños.
Mi padre nos visitaba en ocasiones muy especiales. No lo veo muy seguido, aunque cuando quiero hablar con él, puedo verlo en mis sueños. Cada vez que mi padre nos visitaba, me sentía débil y me enfermaba, aunque trataba de disimularlo por ver feliz a mi madre. Las últimas veces que nos visitó, me puse peor y se dieron cuenta, lo cual los asustó y en consecuencia mi padre dejó de visitarnos para no hacerme daño.
No podía soportar que mi madre sufriera por su ausencia. Una noche mi padre me visitó por sueños. Me dijo que la solución para que él pudiese vivir junto a mi madre era haciéndose mortal. Aunque el precio para ello fuese transferirme todos sus poderes para convertirme en el dios de los sueños.
Le dije a mi madre que había conversado con mi padre para ocupar el lugar de Hipnos al cumplir los 18 años, una solución que el tomo para que yo pudiera pasar un tiempo más con ella. No concebía la idea de dejar aquel mundo en el que crecí, aunque sería un precio que debía pagar por saber que mi madre sería feliz.
***
El día de mi cumpleaños estaban los dos juntos. Pidieron a todo el personal que abandonara las instalaciones de la academia para hacer una celebración privada y, bueno, para que yo pudiera viajar al Olimpo sin la intervención de ningún mortal.
El portal al Olimpo se podía abrir desde el nogal ubicado en el centro de uno de los patios. Después de la celebración, nos acercamos. Me iba a despedir de mi madre y mi padre, ya que lo más probable es que no los volvería a ver tan seguido. Mi padre me transferiría todo su poder para poder tener una vida mortal junto a mi madre. Por más que no me gustaba la idea de abandonar mi vida, que mi madre fuera feliz junto al hombre que amaba era lo único que me importaba.
Cuando mi padre estaba listo para darme su poder y así emprender mi viaje al Olimpo, una luz muy intensa cubrió todo el lugar. De aquella luz enceguecedora apareció una muchacha. Llevaba puesto un atuendo inusual.
- Mi nombre es Iris- dijo ella con un tono de voz muy débil antes de desmayarse.
-Proviene del Olimpo- dijo mi padre con mucha preocupación; ya que empezó a sentirse débil-. Debo regresar.
-¿Qué dices? - respondí con rabia, observando la mirada de preocupación de mi madre. - Yo soy el que se debe ir.
-No, Matías. Ella es hija de uno de los dioses. Si está aquí es porque hubo un problema en el Olimpo. Ella puede necesitar tu ayuda. Tú entiendes lo que significa ser distinto al resto de mortales. Sé valiente, hijo.
Me abrazó. No podía entenderlo. ¿Quién era ella? La ira me invadió. Le devolví el abrazo a mi padre sin saber cuándo sería la próxima vez que lo vería, a pesar de que empezaba a sentirme mal con la presencia de mi padre, debía aparentar que estaba bien para no preocuparlo.
- Tengo que irme. El Orden está cerrando el portal. Se abrirá algún día y puede que ella sea quien lo haga-dijo señalando a la recién llegada.- Voy a averiguar lo que está pasando. Te hablaré a través de sus sueños. Te amo, hijo. Te amo, Silvana. Estaré esperando el día en el que me pueda reunir nuevamente con ustedes.
-Antes de irme, tengo un regalo para ti, hijo. Te lo iba a dar para que lo uses en el Olimpo, pero será de mayor ayuda aquí. Sé que te gusta la fotografía y le hice unos ajustes para que no solo tome fotos-me guiñó el ojo y me extendió la cámara. Le respondí con una sonrisa al tener la cámara en mis manos.
Mi padre nos abrazó, dio un último beso a mi madre y se fue. Sabía que no podía seguirlo y que no podía irme. Estaba muy enojado con Iris. No sabía quién era, pero había arruinado la oportunidad de que mis padres estuvieran juntos.
Cuando Iris estuvo en el hospital, la visité un par de veces. Llevaba la cámara que me dio mi padre. Servía para monitorear sus sueños. Eran muy confusos, llenos de tristeza y guerra. Modifiqué sus sueños para que su mente pudiera estar más tranquila. Fue cuando despertó cuando también caí en cuenta de que había perdido la memoria.
Me convertí en un guía para Iris. Sabía que estaba en un mundo totalmente ajeno a ella. Aunque era una artista por excelencia y a través de sus dibujos plasmaba su mundo, sus recuerdos que siempre estuvieron ahí. Aunque quizás alteré sus recuerdos al evitar que tenga pesadillas, mi forma de redimirme fue pasar cada día a su lado hasta que lográramos averiguar como abrir el portal.
Mientras más tiempo pasaba con ella, más cariño iba teniéndole. Entendí que no era su culpa estar atrapada en este mundo. Iris era talentosa y tierna, aunque estaba muy confundida. Poco a poco logré acercarme a ella y tenía la esperanza de que algún día ella llegaría a quererme como yo llegué a quererla.
***
Me acerqué a Iris, Zoe y Lena junto a mi padre.
-Es muy tarde- pronunció mi padre casi sin aliento.
-¿Quién es él?- me susurró Iris al oído.
- Es un gusto conocerte, Iris - dijo mi padre antes de que pudiera responder su pregunta -. Soy amigo de su padre, he intentado de todo para entrar a su templo y hablar con él, pero puso una barrera, que solo ustedes podrán romper. Sentí su llegada, pero no pude avisarle a Chronos que hay una manera de resolver todo sin que nadie se haga daño.
Iris y Zoe estaban confundidas y sorprendidas, aunque Lena se mantenía tranquila, era como si supiera lo que estaba pasando. Por su mirada, pude notar que quería que Hipnos le dijera la solución. Mi padre quiso seguir hablando, pero empezó a sudar y a respirar pesadamente.
-No me queda mucho tiempo aquí, Matías. Cuando te transfiera mi poder iré a la tierra junto a tu madre antes de que se cierre el portal - me dijo con dificultad. - aprende a controlar tu poder y visitame en mis sueños para poder darte las respuestas que necesites.
Mi padre puso su mano en mi pecho y una luz violeta cubrió todo el lugar. Empecé a sentirme más fuerte, más vivo. Veía pasar en mi mente los sueños y pesadillas de todos los seres.
-Adiós, padre- le dije, aún aturdido y mientras se iba por el portal.
Sentí la mano de Iris al sostener la mía, tenía miedo de que no llegara y ella lo sabía. Antes tenía miedo de venir a este mundo para ser Hipnos. Ahora sé que quedarme ese tiempo cuidando de Iris fue lo mejor que pudo pasar. No tenía más miedo de asumir la responsabilidad como Hipnos, ella está aquí conmigo y siento que no necesito nada más.
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Espejismo
FantasyLena, Zoe e Iris tienen distintas historias; sin embargo, la vida de estas chicas pueden estar conectadas de alguna manera o talvez todo esta en su imaginación. Piensan que se conocen, pero no saben si es real o solo un sentimiento...