CAPITULO UNO

1.2K 21 4
                                    

LIBERTY

—Esta será una experiencia enriquecedora. Tendrás nuevos amigos, estudiarás lo que te gusta, y podrás comenzar de nuevo. —decía mi padre al teléfono, mientras me dirigía al lugar donde pasaría cuatro larguísimos años. Odiaba esto, odiaba al chofer del auto que no me permitió escapar, odiaba a mi padre por quitarme el verano y...

—¿Hija? ¿Vas a prometerlo? —dijo mi padre.

—¿Qué? ¿Qué cosa? —dije sin entender de lo que hablaba. Él suspiró y repitió lo que seguramente había dicho varias veces.

—Prométeme que no te meterás en problemas. Si pasa algo, o necesitas ayuda me avisas primero. —dijo él. Yo puse mis ojos en blanco.

—Sí, lo prometo. Adiós. —y corté mientras él seguía hablando. Tomé una respiración profunda y miré hacia la ventana. Mi vida apestaría tanto aquí en Los Ángeles, era demasiado aburrido, y mi carrera como escritora quedaría en la basura, a pesar de que todavía no he terminado una sola novela. Al menos en Londres tenía inspiración, libros, compañeros que no me juzgaban por ser hija de un senador o tener dinero... y todo eso se acabó por un estúpido error.

El día de mi graduación, salimos con algunos compañeros a festejar, y no recuerdo cómo ni por qué, pero en algún momento me ví envuelta en una pelea que terminó con la policía llegando al lugar. Mi padre nunca había estado tan enfadado y decepcionado como aquella noche cuando me sacó de la cárcel y luego, siguiendo el consejo de su esposa me llevó al psicólogo, que para sorpresa de todos me había diagnosticado Déficit de Atención, dijeron que era común, que en mujeres pasara desapercibido y que ésa era la causa de mis constantes problemas de conducta y mi bajo rendimiento escolar. Él se negó a creerlo al principio y me llevó a un especialista que irónicamente no pudo hacer otra cosa que empeorar la situación diciendo que también tenía problemas de ira.

«Te lo dije Maurice, deberías haberla llevado a terapia cuando murió su madre. Ahora es demasiado tarde para ella» había dicho la maldita perra fría sin corazón de su jodida esposa, cuando salimos del consultorio del Dr. Morgan. Mi padre estaba muy asustado, creo que si le hubiesen dicho que estaba muriendo no habría reaccionado tan mal, obviamente la reputación de su hija era algo mas importante. Finalmente llegó a la conclusión de que debía conseguir ayuda. Y así es como mi verano y mi vida en Londres se terminaron.

Una mano pasaba frente a mi rostro cuando volví a la realidad.

—Señorita Collins —dijo Marcus, mi chofer, en frente de mí mientras sostenía la puerta del auto abierta. En algún momento habíamos frenado, y como era usual no me había dado cuenta.

—Oh... llegamos. Bien. —dije saliendo del auto y arrebatando mi maleta de sus manos. -Iré sola Marcus, puedes retirarte.- dije comenzando a caminar. Busqué en los bolsillos de mi jean hasta que encontré mi celular, allí tenía todo lo que tenía que hacer cuando llegara aquí.

Universidad de Los Ángeles, ¿en qué demonios pensaba mi padre cuando me inscribió en una maldita universidad pública?

Tal vez no fue su idea.

Tal vez fue la idiota de su esposa.

El lugar no era feo, pero gritaba aburrido por todas partes. Desde el jodido color ladrillo hasta la maldita camiseta con las siglas UCLA y un oso estampado detrás ¿en serio? Estaba caminando cuando sin darme cuenta choqué con alguien, alcé la vista y ví que era una chica alta, rubia y de ojos celestes, ella solo me miró y siguió caminando como si nada. Mi primer instinto fue golpearla, pero respiré profundo y me dí la vuelta para enfrentarla.

—¡Hey! ¡¿disculpa por chocar contigo?! —le grite sarcásticamente. Ella se dio la vuelta y me observó de pies a cabeza.

—Disculpa aceptada. —me dijo y siguió su camino. Yo me quedé allí parada sin poder creer lo que había escuchado, así que decidí ignorarla y seguí caminando buscando un lugar para almorzar ya que no había podido comer nada desde que había despertado.

Desastrosa Coincidencia© (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora