Capítulo II

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Había pasado más de una semana desde el incidente del armario y Harry todavía no podía sacárselo de la cabeza. Todavía no podía creer que había tenido una conversación civilizada con Malfoy. Habían pasado bastante tiempo atrapados en un espacio diminuto y no se habían matado entre sí. Le estaba volviendo loco.

Harry ya había estropeado dos pociones durante las clases porque había estado mirando a Malfoy, recordando el tiempo en que estuvieron juntos en el armario.

—¡Señor Potter! ¡Por favor deje de soñar despierto y al menos finja prestar atención! — La profesora McGonagall lo reprendió. A pesar de ser directora, había aceptado dar clases de octavo año.

—Me disculpo. —murmuró Harry mientras los otros de Octavo año se reían. Pero Harry no estaba prestando atención a los otros estudiantes ni siquiera a Hermione y Ron, quienes lo miraban con preocupación. Estaba mirando a Malfoy, quien lo miraba con una mirada indescifrable en su rostro.

McGonagall continuó con la lección de la que Harry no entendía nada. Miró la parte de atrás de la cabeza de Malfoy. Siguió mirando hasta que terminó la clase.

— ¿Harry? ¿Qué te ha pasado esta última semana? ¡Apenas has estado presente en ninguna de tus clases y todo lo que haces es mirar a Draco Malfoy! Por favor, no me digas que estás volviendo a los mismos hábitos como en sexto año. —dijo Hermione.

—No sé lo que quieres que diga Mione, sólo estoy cansado, ¿de acuerdo? Mis pesadillas han sido peores últimamente. —admitió Harry. No era una mentira, no exactamente. Sus pesadillas no habían sido las normales. Habían sido sobre lo del armario. Y si era honesto consigo mismo, en realidad no eran pesadillas. Eran sueños, y en sus sueños, Malfoy y él se quedaban allí durante horas hablando.

—Bueno, ven a hablarnos de ellos —dijo Ron—. Apenas has hablado con nosotros en todo el año. Sé que la guerra fue dura para ti, ¡pero fue dura para todos! Todos perdimos algo y todos hemos cambiado, esa no es una excusa para alejarte de tus mejores amigos.

Harry pensó en las palabras de Ron por un segundo. Él estaba en lo correcto. Necesitaba dejar de pensar en Malfoy y rehacer su vida.

—Lo siento chicos. Mi cabeza ha estado en otra parte últimamente. Vamos a comer. — Les hizo un gesto para que lo siguieran. Caminaron hacia el Gran Comedor en silencio, pero fue un silencio confortable.

Cuando entraron en el Gran Salón, la fuerte charla cesó. A pesar de que habían estado de regreso en Hogwarts por un par de semanas, los estudiantes más jóvenes todavía estaban deslumbrados por el Trío Dorado.

—Wow Potter, incluso los estudiantes más jóvenes están asombrados de lo horrible que te ves —comentó Draco, con una sonrisa en sus labios—. ¿No puedes dormir por la noche?

— ¡Cállate Malfoy y deja a Harry en paz! —Ron le defendió.

—Después de todos estos años, nada ha cambiado, ¿verdad Potter? Aún tienes a tu perro guardián pelirrojo y tu sangre sucia protegiéndote. Uno pensaría que después de todos estos años podrías defenderte por ti mismo.

Harry sintió que la ira se apretaba en su pecho y alcanzó su varita.

—Deja en paz a mis amigos, Malfoy. Nunca vuelvas a llamar sangre sucia a Hermione. Ni siquiera mereces estar ante su presencia. —gruñó Harry.

—Oh, qué miedo tengo, Potter. ¿Qué me vas a hacer? Y para tu información, no me importa estar ante ninguno de ustedes.

—Deberías estar agradecido de estar ante nosotros, hurón. ¡Si no fuera por Harry, estarías en Azkaban! —Ron gritó antes de apuntar con su varita a Draco.

Stuck in Love [ Drarry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora