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Habían pasado algunos días desde el momento en que Armin, Eren y él habían hecho pública su relación dentro de la Legión de Reconocimiento, sus amigos les dieron las felicitaciones mientras bromeaban acerca del asunto (donde a pesar de saber de los sentimientos que tenían, no creían que lograrían tener una relación formal), algunos conocidos les desearon lo mejor en su relación y tras recibir una amenaza por parte de Mikasa hacía los tres donde juraba que si uno le hacía daño a los otros dos haría justicia por su propia mano; pudo percatarse entonces de que podía sentir algunas miradas sobre él.
Y a pesar de estar acostumbrado a las miradas desde que se había presentado como Omega, podía sentir esas miradas sobre él eran más insistentes.
Luego de ello y con la curiosidad a flor de piel se dedicó a estar atento a su alrededor. Durando días en los cuales se mantenía alerta, su Omega se encontraba con temor tratando de ser precavido y no provocar que ningún Alfa; desde el momento en que se levantaba en su habitación hasta en los entrenamientos, trataba de disimular lo más posible y conocer la identidad de quienes le miraban de lejos sin levantar sospechas.
No se sorprendió cuando supo la identidad de una de las personas que le miraban. Quién no era nadie más ni nadie menos que Reiner Braun.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, sería una mentira decir que específicamente aquel Alfa le provocaba miedo; y es que Reiner tenía un antecedente en cuanto a que agresiones sexuales en su contra. Aunque ahora comprendía mejor el porque de su inseguridad a todos horas del día, puesto que compartí la mayor parte de sus horas con los demás, Armin, Sasha, Connie, Jean, Mikasa, Berthold y por supuesto Reiner.
Reiner había intentado ser discreto durante sus primeros intentos; sin embargo, con el paso del tiempo se volvía más descarado y sus intenciones hacia el parecían estar escritas en sus feromonas.
─Buena mañana, Reiner.
─Buena mañana, _____________.
Ése fue el saludo más tenso e incómodo que había dado a sus dieciséis años de vida. Era una mañana soleada y hacia algo de calor, se encontraban en el comedor degustando un plato grumoso que quería creer era avena aún lado de su plato había una manzana roja; Reiner se sentó en su mesa (de todas las mesas libres que había) justo frente a él.
El hecho de que no quitara su mirada de él y siguiera con detenimiento cada una de sus acciones provocaba en él que emitiera feromonas un poco más amargas de lo normal para demostrar su nerviosismo.
─Creó que necesitas está manzana más que yo, no le has quitado la mirada desde que la tengo en mano.
"No has apartado tu mirada de mi desde que llegaste y estás logrando hacerme sentir incomodo" fueron palabras que le hubiera gustado emitir; no obstante, no quería que el Alfa frente a él se fuera en su contra de manera violenta y salvaje. Estiró su brazo hacia Reiner con la manzana de un rojo brillante en su mano.
