❛ SUCCUBUS ❜ ❝incluso el alma más pura de un hombre inocente cae por el alma podrida de un ser demoníaco.❞
Kim TaeHyung está felizmente
casado con la mujer que ama,
dirigiendo el Reino de Corea,
el cual lo ama y le jura lealtad
y devoción co...
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succubus capítulo ocho
KIM TAEHYUNG PENSÓ que la gente del pueblo estaba siendo muy dura con Bae AhRae.
El esclavo no podía creer que, porque la campesina era hija de una señora que vivía sola y tenía una terrible reputación de ser una bruja y practicar magia oscura, condenaran a la susodicha por las acciones de su madre.
Incluso si la señora Bae era una bruja como todos en el pueblo aseguraban, TaeHyung no pudo evitar pensar que esa no era razón, excusa o justificación suficiente para condenar y crucificar a AhRae.
Incluso los esclavos recibían mejores tratos por parte de sus dueños y los campesinos que Bae AhRae intentando hacer algo tan prescindible como comprar la comida con la que ella se alimentaría.
—¿Señora? ¿Puedo ayudarla en algo?
Bae AhRae puso sus ojos en blanco y apretó sus manos en puños, aguantándose las ganas de soltar una maldición y lanzarle un hechizo al estúpido que se haya atrevido a acercarse a ella y hablarle en medio de sus ganas de matar a alguien después de fracasar en que alguien le vendiera comida.
Pero su ira y sus maldiciones quedaron atrapadas en su garganta cuando la hija del Diablo vió al hombre joven y descuidado frente a ella, quien evitaba mirarla a los ojos agachando su cabeza y casi temblaba en su lugar.
AhRae se preguntó porqué un esclavo se atrevería a acercarse a ella con toda la mala reputación que la precedía y seguía a todos lados como una maldición, pero no se atrevió a cuestionar la presencia del esclavo frente a ella.
Desde lejos podría notar que el hombre era un esclavo. Ropas viejas, sucias y rotas, nada más que harapos que hacía un pésimo trabajo de cubrir el cuerpo sobreexplotado del esclavo del frío invernal que azotaba al pueblo en esa épica. Aparte de eso, fue muy fácil para la hija del demonio distinguir los latigazos en los brazos del pobre esclavo y oler la sangre seca en su espalda.
—¿Por qué un pobre y sucio esclavo se atrevería a ganarse un castigo por parte de sus dueños sólo para dirigirle la palabra a la desgraciada y maldita hija del Diablo? —AhRae miró con desdén al hombre de arriba abajo, sin conmoverse ni un poco por la condición malnutrida del susodicho—. Te estoy hablando, así que mírame a la cara al menos, esclavo.
Bae AhRae siempre odió cuando le hablaban y no la miraban a los ojos, sabiendo perfectamente que todas las personas se asustaron del color inusual de sus ojos porque nadie más tenía ojos de ese mismo color en el pueblo, lo que sólo agravió su situación como marginada.
