Como la tormenta

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 La fiesta fue la excusa perfecta para salir a comprar ropa con Pansy. Se habían encontrado después de sus respectivos trabajos, recién entraba la tarde y el clima era ameno para caminar y mirar vidrieras. Ahora que sus vidas estaban irremediablemente unidas, la jugadora estaba decidida a traspasar la barrera que siempre ponía Parkinson entre ella y el mundo.

—Entonces, ¿te gusta estar en el equipo o lo estás odiando? —contra todo pronóstico, fue Pansy quien rompió el hielo.

Ginny esbozó la sonrisa más grande que su cara le permitía.

—¿Estás loca? ¡Lo amo completamente! Estar ahí se siente como un sueño hecho realidad y todavía no jugué ningún partido. Entrenar con Jones es —hizo una pausa, su mirada desenfocada, perdiéndose más allá—, es increíble. Su técnica, los consejos, cómo puede ver las potencialidades de cada jugadora. Siento que aprendí un montón de cosas nuevas y sólo voy cuatro días de entrenamiento.

Pansy observaba el perfil de la pelirroja ahora que parecía no darse cuenta, disimulando una sonrisa al notar la emoción de la chica en su relato.

—Madre mía, Weasley, bájale. Ya entendí el punto —se burló.

Ginny la ignoró pero la miró con los ojos entrecerrados.

—¿Y vos?

—¿Yo qué?

Se encogió de hombros antes de responder.

—No sé, ¿te gusta tu trabajo? ¿Siempre quisiste dedicarte a eso?

Pansy apartó la mirada y guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—No lo odio, es un buen trabajo, puedo crecer si hago las cosas bien.

—Okey, Parkinson, me derribaste con tu entusiasmo.

La aludida soltó una risita antes de volver a su ceño fruncido.

—No sé qué esperas que te diga. No todas las personas tenemos un sueño respecto al trabajo.

Ginny se encogió de hombros.

—Si, lo entiendo, es sólo que... No sé, nada, cosas mías.

Siguieron caminando un rato en silencio, cada una perdida en sus pensamientos. Las vidrieras hasta ahora dejaban mucho que desear, Ginny ya empezaba a aburrirse cuando vio a lo lejos un local de ropa de varias marcas, entre ellas, algunas deportivas que le encantaban. Su mano se aferró a la de Pansy y tiró de ella, haciendo que casi tropiece con su propio pie.

—¡Cuidado, bestia! ¡Me vas a romper la manicura!

Ginny puso los ojos en blanco pero no la soltó, incluso avanzó más rápido.

—¡Ahí quiero ir!

—Qué sorpresa, Weasley, estoy completamente impactada —se dejaba guiar de manera perezosa.

Una vez dentro, se turnaron para ir a la sección de ropa deportiva y casual que era la favorita de Ginny y la que tenía indumentaria formal para el disfrute de Pansy.

—Hay algo que no entiendo —soltó de pronto la pelirroja, mientras se probaba una camisa por insistencia de Pansy.

—No me digas —se burló desde su propio vestidor, intentando con un sujetador de encaje. Realmente le quedaba de infarto, no es que ella fuera egocéntrica pero qué suerte tenía la gente de poder observarla, pensó distraída.

—¿Por qué querías hacer un trío conmigo y Daphne si estás con Hermione? —preguntó ignorando la burla y desechando la camisa, demasiado formal. Probó con un top deportivo.

Bajo su protecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora