Más allá del límite

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La aparición las dejó en su living que iluminado de manera tenue creaba una cálida atmósfera. Volver a casa les aportaba un nivel de intimidad que por un instante las sofocó y no supieron gestionar.

—¿Algo para tomar? —su voz sonó rota, todavía recuperando su respiración del orgasmo anterior.

Ginny le dedicó una mirada intensa, ver a la usualmente controlada bruja tan afectada por sus atenciones le incentivaba las ganas de darle placer. Su sonrisa volvía a ser depredadora, despertando todas las terminaciones nerviosas del cuerpo de Daphne, que se mordió el labio inferior con deseo mal disimulado.

Dio pasos lentos hasta acorralarla contra la biblioteca sobre la cual se habían besado la primera vez.

—Todo lo que deseo tomar está delante mío —susurró con la voz ronca, eliminando la distancia y juntando sus bocas.

Un gemido escapó en medio del beso aunque ninguna pudo identificar de quién era, distraídas por el cúmulo de sensaciones que recibían sus cuerpos sensibles. Ginny deslizó sus manos desde la cintura hasta la espalda de Daphne, mientras ésta la tomaba por los hombros y rasguñaba la piel para terminar en su nuca y con sus dedos enredados en la cabellera colorada, acercándola aún más a su cuerpo.

Ginny lamió, chupó, mordió y succionó el camino entre la boca de Daphne y su cuello. La rubia gimió alentandola cuando sintió cómo sus dientes se cerraban con más fuerza en su piel, para ser reemplazados por la lengua y luego una suave succión, concentrando la sangre palpitante bajo su boca.

—Vamos al cuarto —exigió Ginny.

Una de sus piernas se deslizó y presionó contra el centro de Daphne, sintiendo cómo ésta empezaba un suave vaivén sobre ella, queriendo calmar la excitación.

—Aah, ¿A cuál? —jadeó

—¿En serio, Greengrass? —se separó para observarla, con una sonrisa tensa—. Me da igual, sólo quiero una cama debajo nuestro.

—Cu...CCuánta desesperación, señorita Weasley —sonrió, deslizando un dedo por el cuello de la camisa de Ginny.

—¿Tenés ganas de jugar, rubia? —se lamió los labios ante la idea.

—Tu cuarto.

Cuando llegaron arriba, Ginny a la cabeza, se frenó de golpe ante su puerta, haciendo que Daphne se chocara contra su espalda.

—¿Qué pasa señorita Weasley, perdió el sentido visual? —bromeó.

—¿Por qué mi cuarto y no el tuyo? —se dio vuelta para cuestionarla, con los ojos entrecerrados.

Daphne puso los ojos en blanco.

—¿En serio Weasley? Cuando te pregunté dos minutos atrás sólo querías una cama —enarcó una de sus cejas.

—La sigo queriendo, pero no me respondiste. ¿Por qué no vamos a tu cuarto?

—Está bien, vayamos a mi cuarto —hizo el intento de tomar su mano pero Ginny la esquivo.

—¡No quiero ir a tu cuarto! Sólo me pregunto por qué elegiste el mío.

—Ginevra, realmente, ¿no podemos continuar con lo que teníamos entre manos?

—No soy yo la que lo está retrasando.

—¡Evidentemente sos vos! —dejó caer sus brazos a los costados de su cuerpo—. No sé, dije tu cuarto sin pensar. Supongo que soy bastante reservada con mis espacios íntimos —se encogió de hombros.

—Bien, gracias por la explicación —tomó la cara de la rubia con sus dos manos y dejó un suave beso sobre su boca.

Tirando de la mano de Daphne, abrió la puerta de su cuarto.

Bajo su protecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora