Las amistades te salvarán

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Una mano apretando su muslo la distrajo. Guió sus ojos hacia abajo, era Helena. Calma, parecía decir. Calma, repitió en su mente. Dentro del recinto, la tensión aumentaba con su silencio y al levantar la cabeza, un poco cegada por los focos de luz que iluminaban el escenario, vio los rostros expectantes de los periodistas, sus bocas ligeramente abiertas y cuerpos paralizados, parecía que no se permitían ni respirar. En un lateral de la habitación, encontró el rostro de Daphne. Sus ojos chocaron y el azul revuelto le transmitió tantas emociones que se sintió mareada pero recordó. Recordó la voz de su compañera cuando le dijo que estas preguntas iban a aparecer. Bellatrix Black estaría atenta. Tendría que ser inteligente, no podía vender su alma, eso no iba con ella, pero sí podía y debía encontrar un punto intermedio entre su verdad y la respuesta políticamente correcta.

Se enderezó en su silla, carraspeó y enfocó sus ojos en la cara del periodista que había preguntado. Por un segundo, deseó poder correr hacia él y borrarle la sonrisa a golpes. En cambio, se contuvo y respondió con voz uniforme:

—Estoy muy agradecida por tener la oportunidad de rehacer mi vida haciendo lo que siempre soñé. Jugar quidditch en este equipo que es un símbolo del empoderamiento de las brujas. Por otro lado, el mundo mágico necesita paz después de tanta sangre derramada y espero contribuir a eso.

Un murmullo generalizado resonó apenas terminó su respuesta.

—Si no hay ninguna otra pregunta, damos por concluida la rueda de prensa. Gracias a todos por estar acá, nos vemos en el primer partido de la temporada —Se apuró a cerrar Jones, ignorando absolutamente todas las manos que se levantaron, ansiosas por repreguntar.

Dejaron el escenario escuchando el gran alboroto que quedaba detrás. Ginny se sentía a punto de estallar, siguió a Jones de manera automática, sintiendo el perfume de Daphne detrás suyo. ¿Quién era ese inutil que se había animado a preguntar algo así? Con gusto le arrancaría la garganta con sus manos. ¿Acaso Bellatrix lo habría enviado? ¿Sería una prueba? No tenía mucho sentido, supuso, comprometer así a Daphne. Volvió en sí cuando una puerta se cerró y miró a su alrededor, encontrándose en una oficina amplia con varios sillones.

—Bueno, eso fue polémico —rompió el silencio Elizabeth—. Buen trabajo, Weasley —felicitó con tono seco mientras caminaba hacia una barra y se servía un café—. Sin duda estaremos en todos los portales.

—Gracias —su voz salió estrangulada, la tensión aún en sus hombros.

—¿La preparó la señorita Greengrass, verdad? —se volvió aunque sus ojos parecían ver allá de ella.

—Sí, claro. Es una representante maravillosa —respondió sintiéndose un poco más cálida al hablar de Daphne.

—Escuché mucho tu nombre últimamente —despachó a la pelirroja y se enfocó en la rubia.

Daphne ofreció su sonrisa profesional y se acercó a la barra para servirse un café.

—¿Si? ¿Cosas buenas, espero?

—De todo tipo, querida, ya sabe cómo son estos ambientes. Pero mayoritariamente buenas.

La pelirroja puso los ojos en blanco y se alejó en dirección al sillón donde estaban charlando sus compañeras.

—¿Estás bien? —pareció preocupada Helena.

—Si, si, gracias —le envió una mirada cargada de sentido.

—No hay por qué.

—Ahora relajate un poco, Ginny, tenemos media hora antes de empezar a entrenar, por suerte la tormenta frenó —dijo Vittoria, observando el ventanal que mostraba un cielo empezando a despejarse.

Bajo su protecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora