No hay dos sin tres

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Ginny entró en su departamento pasadas las siete de la tarde. Después de firmar el contrato, la habían llevado con el fotógrafo del Ministerio para hacer las imágenes publicitarias. Daphne la acompañó tanto como pudo, hasta que Pansy le envió un aviso de que la necesitaban en la oficina y tuvo que dejarla. Se estaba acostumbrando a eso de posar frente a las cámaras.

Encendió las luces cálidas del living y caminó con pereza hasta la estufa para encenderla.

—¿Mione? —llamó en voz alta.

—¡Me estoy cambiando! —llegó la respuesta desde alguna habitación.

Decidió que prepararía una tetera con el té en hebras que les había regalado Daphne en la mudanza. Su variedad preferida tenía una combinación de té verde, manzanilla, lavanda, tilo, cedrón y menta. Relajaba su mente y su cuerpo.

Exactamente lo que necesitaba después de estar cara a cara con Narcissa Black.

Llenó la tetera con agua, la puso a calentar en el fuego y se sentó en el taburete frente a la barra para ojear el periódico que Hermione había leído esta mañana. El diario se actualizaba mágicamente cuando había novedades que no podían esperar al día siguiente, por lo que en primera plana estaba la cara de la menor de las Black. La nota anunciaba que la bruja había decidido hacer carrera política y la Ministra le había dado un lugar más que especial para que comenzara. Se notaba a leguas que creían que no merecía el puesto. Por un instante, pensó en lo atrevido que era enfurecer a Bellatrix Black. Se sorprendió cuando descubrió que la nota estaba firmada por Alan R. el periodista que se había metido con ella dos veces. ¿Tendría algún problema con las mujeres?

El ruido del agua hirviendo la obligó a levantarse. Preparó una bandeja con varios bocados dulces y salados, un par de tazas y los llevó a la mesa baja cerca de la estufa. Estaba terminando de servir ambas tazas cuando apareció Hermione. Traía el cabello suelto y mojado y su ropa holgada de siempre.

—Ey, que tarde volviste, no sabía que tenías actividades fuera del entrenamiento—saludó Hermione, tomando asiento junto a ella.

—Yo tampoco, fue un día intenso —hizo una mueca—. ¿Qué hacías vos?

—Vengo de la piscina, deberías probarla. Vale cada galeón de este alquiler.

—Si, tengo ganas, quizás más tarde vaya —concedió—. Hice té para ambas —señaló las tazas y tomó la suya.

—¡Me leíste la mente! Contame de tu día —se acercó la taza a los labios y la alejó rápidamente al recordar algo—. ¡¿Viste la noticia sobre Narcissa Black?!

Ginny se rió del exabrupto de su amiga y observó cómo ondeó el líquido acercándose peligrosamente al borde de la taza pero finalmente sin derramarse.

—Hoy firmé el contrato con ella, no sé mucho más que vos —se encogió de hombros—. Supongo que se aburría ahora que no está su esposo.

Hermione la miró con una ceja alzada y su característica expresión de incredulidad.

—Me parece demasiado ingenuo creer que simplemente se aburría. Cuando alguien se aburre y tiene el dinero de la familia Black y Malfoy en conjunto, se va de viaje o se anota en algún curso. ¿Desde cuando alguien se aburre y va a trabajar? O mejor aún ¿desde cuándo Narcissa trabaja?

Ginny ladeó su cabeza, reflexionando sobre aquello.

—Ahora que lo decís, no parecía específicamente aburrida. Estaba decidida.

—Aparte pensalo, ¿Narcissa Black interesada en la igualdad de oportunidades para las brujas? Ella, una sangre pura —apuntó y luego tomó de su taza antes de continuar:— Podrían haberle dado un puesto en el departamento de Daphne porque debe tener muchos contactos, eso sería más adecuado. Esto es extraño.

Bajo su protecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora