—¿Saben algo de Hermione o no? —las apuró.
—Sé que la encerraron en Azkaban, puedo intentar averiguar algo más, si querés —se ofreció Daphne.
—Obvio que quiero ¿qué pregunta es esa? —cuestionó con el ceño fruncido— ¡O sea que está viva!
—Bueno, no lo sé con certeza pero si Bellatrix hubiera ordenado su muerte, me habría enterado. Quiero decir, yo y toda la comunidad mágica, no es como matar a cualquier bruja.
—Me la imagino dando un discurso eterno como últimas palabras —sonrió la pelirroja, recordando los sermones que daba su amiga.
—Insoportable, seguro por eso todavía sigue viva —se burló Pansy, encogiéndose de hombros ante la mirada enojada de Ginny.
—Calle A —se señaló a sí misma—, calle B —señaló a Daphne— , calle C —señaló a Pansy.
La pelinegra la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué te pasa, loca?
—Ahg, nada, es un juego muggle.
—¿Estás nerviosa por la prueba? —cambió de tema Daphne, siempre atenta.
—¿Parezco nerviosa?
—No hablo de lo que pareces, sino de lo que estás.
—No, confío mucho en mis capacidades. Soy buena en esto. ¿Vos estás nerviosa? —la miró burlona.
—Para nada, Ginevra, sé dónde apuesto.
Pansy puso los ojos en blanco. "Ya están otra vez con el jueguito del coqueteo".
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Como cada lunes, la Jefa del Departamento de Cooperación Mágica Internacional ingresaba en las oficinas con renovada energía. Mientras caminaba a su despacho, con un movimiento de varita levantaba todas las persianas y permitía al sol bañar aquél amplio espacio. Era la primera en llegar y en general, la última en irse.
Se sentó tras su escritorio y descubrió que la estaba esperando un ejemplar de El Profeta y otros periódicos que leía rigurosamente antes de comenzar la jornada.
Enfrascada como estaba en su lectura, se sobresaltó cuando llamaron a su puerta.
—Adelante
—Buenos días Señorita Greengrass.
—Buen día Alexa, ¿cómo pasaste el fin de semana? —recibió a su secretaria, una joven que se había ganado su confianza trabajando duro.
—Pude descansar y adelantar trabajo, así que muy bien. ¿Qué tal la pasó usted? Le traje su café —lo dejó encima del escritorio y apoyó varias carpetas para que Daphne las revisara más tarde.
—Gracias, ya lo estaba deseando. Yo también tuve un buen fin de semana —por un segundo recordó a cierta pelirroja—, ¿repasamos la agenda de hoy?
—Claro —con un movimiento de varita, apareció el holograma de un calendario—, a las nueve tiene reunión con el equipo para revisar la estrategia con Rusia, a las diez se reúne con el enviado de China, en el almuerzo quedó con las cabezas de equipo por la próxima reunión con la Ministra y por la tarde deben volver las enviadas a cerrar los negocios en Canadá y México.
—Perfecto, tenemos un día cargado de tareas. Nos queda una semana para la junta con la Ministra así que no hay tiempo que perder. ¿Sabes que te voy a pedir? Necesitaría el balance de la gestión anterior, ¿me la podrás conseguir?
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Bajo su protección
RomanceSi el azul por definición es un color frío, ¿cómo puedo incendiarme viendo sus ojos?