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El invierno hacia acto de presencia en las calles donde adolescentes pasaban abrigados a sus respectivos institutos. El caso de Bertholdt era un tanto diferente. Él iba a la universidad, fue a buscar algunos víveres en la ciudad y pudo admirar como los jóvenes se dirigían con los nervios a flor de piel a sus respectivas instituciones.

Dio una leve sonrisa tras recordar sus años de secundaria con su mejor amigo, Reiner Braun y sin olvidar a su actual amor platónico de nombre Annie Leonhart quién también les acompañó.

Bertholdt llegaba a las puertas de la universidad y miró con curiosidad como un auto se aparcaba, casi nadie habia salido por las vacaciones de invierno por lo cual le resultaba extraño que en la mañana de un aburrido lunes, alguien haya decidido regresar de sus vacaciones teniendo dos días más por adelante.

“No es mi asunto” pensó para desviar su mirada y seguir su camino. Sin embargo la persona que se encontraba dentro del vehículo le miraba alejarse, dio un suspiro manteniendo su rostro en el volante con unas cuantas lágrimas picando sus ojos verdes.

— Esto es estúpido —susurró con molestia. Todavía veía alejarse a aquel azabache de gran altura del cual ha estado enamorada desde que entró a la secundaria. Aunque Braun le haya advertido sobre el amor de Bertholdt hacia la inexpresiva rubia, le daba igual cualquier cosa en contra. Ella esta enamorada de Bertholdt Hoover.

Dio un golpe a puño cerrado al volante mientras con su mano izquierda hacia para atrás sus rojos mechones desarreglados. Sacó la llave y bajó del auto, después de una visita a su padre quién no le recibió de la mejor manera con su actual esposa, no se sentía de humor y mucho peor ver al de ojos verdes tan temprano rondando por la universidad.

Caminó moviendo el portón para poder pasar con su pequeña maleta. Tenia muchas cosas que hacer antes que las clases se reanudaran y no planeaba tampoco quedarse tanto tiempo con la bruja a quien pronto llamará “Madrastra”. Su móvil empezó a sonar indicando una llamada entrante, hurgo su bolso hasta dar con el molesto aparato que no silenciaba.

Miro la pantalla “Mi querida polaca” tenia identificado el numero con la fotografía de una rubia platinada de cabello corto y ojos celestes los cuales adornaba con anteojos redondos y de expresión seria. La pelirroja blanqueo los ojos para luego contestar.

—¡Pecosa!— exclamo la platinada detrás de la linea. La chica de ojos verdes gruño ante el apodo y decidió tomar asiento en la banca frente a la cafetería, le importaba una mierda si su culo se congelaba. Recibir una llamada de quien hacia nombrar “Mejor Amiga” es como tener una hernia y nada mejor que recibirla sentada.

— Estupida cuatro ojos, ¿Que tanto cuesta esperar a que llegue  a la habitación?—cuestionó frunciendo el ceño y desarreglando sus rizos.

— Mucho — río la joven detrás de la linea—Ilse no deja de preguntar por ti, además quería saber si ya estabas por llegar — musitó con un tono de molestia falsa.

—Ya llegare, Riko —sin nada mas que decir le colgó a la de ojos azules sin siquiera esperar respuesta. Guardó nuevamente el móvil y quedó observando los arboles cubiertos de nieve y los techos ahora completamente blancos.

Dio un suspiro que hizo mostrar su aliento a lo cual soltó una risilla para luego colocarse de pie y seguir con su camino.

🍥🍥🍥

— ¿No deberías ya de rendirte con Annie? —hablo él rubio dando un sorbo a su chocolate acomodándose su bufanda color azul —Digo, te gusta desde secundaria y nunca te dignas a hablarle.

El azabache soltó un bufido mientras un color rojo cubría sus mejillas —No entiendo porqué insistes tanto. Te he dicho que no me interesa nadie más que ella —habló con irritación pero aun con un deje de suavidad en su tono.

Reiner dejo en blanco sus ojos —¿No crees que hay mas chicas aparte de ella?, conozco a muchas que podría presentarte ¿Sabes? —sugirió el rubio con tranquilidad. Bertholdt le miró dando un pesado suspiro.

La única chica con la que ha establecido más o menos una amistad es con Sasha Brouse, las demás únicamente les considera conocidas y son pocas. Nada ni nadie ha logrado captar su atención más que Annie. Reiner no decía aquello como palabras al aire, sabía que Annie nunca posaría los ojos en ese sentido hacia su amigo; ella misma lo confirmo hace unos meses, por esa razón es que quiere ayudar al azabache.

Bertholdt pensaba lo mismo pero estaba seguro que nunca conocería a alguien como Annie. Era lo que Reiner quería evitar, la rubia es fría y solitaria, mientras que su amigo es una persona un tanto seria, timida y algo sociable. Son polos opuestos y sus personalidades tendrían un choque que él quería evitar.

— Además, ¿Quien se interesaría en alguien como yo? —habló con desanimo el azabache mirando al rubio.

Reiner no evito pensar en la chica pecosa de ojos verdes y cabello rebelde de un color rojo. Ginger Hearth era el nombre de la peculiar pelirroja con personalidad un tanto explosiva y que se había enamorado del azabache frente a él hace unos cinco años.

Pensaba en como una chica como ella al igual que Annie, completamente diferente a la personalidad tímida e introvertida de su amigo, podría colocar sus ojos en una persona que ni siquiera se hace notar por miedo al rechazo. Nadie entendía las razones de la pelirroja.

El rubio suspiró para después dar una sonrisa mostrando su dentadura al más alto quien veía la blanca nieve caer sobre el campus —Todos tenemos una persona que amamos, ¿Por qué tú serias la diferencia, Berth? —implanto la situación Braun sacando una sonrisa al chico —Ademas, el periodo empezará de nuevo, podrías tener nuevos compañeros en tus clases.

Reiner se alzó de hombros y sus labios hicieron contacto con la taza que contenía el delicioso chocolate que Hoover hizo hace unos minutos. El de ojos verdes miro hacia afuera nuevamente, dos chicas de ropa abrigada se abrazaban cariñosamente.

A la primera le conocia; Ilse Lagner de periodismo, una conocida de su amigo Jean Kirshtein. Pero la de mechones rojos saliendo de su gorro de lana no la reconocía, sentía conocerle pero simplemente no se le venia nadie a la mente.

Desvío su mirada del cristal para ver de nuevo a su mejor amigo quien tiritaba del frío —Si tú lo dices...

The Beginning || Bertholdt HooverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora