—¡¿Qué?! —exclamó Ayame, que estaba en medio de una conversación vía Peace Maker. A su lado, Tanukichi la miraba con curiosidad, atraído por la exclamación—. ¿Cómo que no vas a venir?
—Ya te lo dije. —la voz de Saotome, solo audible para Ayame debido a que esta última era la portadora del PM a través del cual se efectuaba la conversación, se escuchaba fuerte y clara—. Tengo una importante presentación hoy. ¡Mis obras serán exhibidas, por fin, en la galería de arte a la que estuve apuntando desde el principio! —suspiró, satisfecha—. Ya sabes, esa de la que te he hablado en incontables ocasiones.
Ayame hizo un ruido de afirmación con la garganta. ¿Cómo no acordarse? Si la artista no hacía más que hablar de eso cada vez que podía. Era bueno saber que, además de ayudar a S.O.X con la misión de erradicar la política saludable de Japón, Saotome Otome tenía un montón de metas y sueños por los que luchar.
Pero, en ocasiones, la artista del grupo tendía a volverse muy obsesiva cuando se trataba de esos temas. Debido a ese comportamiento, todos en S.O.X sabían que participar en alguna exposición efectuada en esa galería era una de sus mayores aspiraciones. Ahora que la estaba cumpliendo, era probable que, en un futuro, ocurrieran dos cosas: dejaría de ser tan atosigante o, por el contrario, se volvería incluso peor de lo que ya era. Ayame no quiso pensar en la segunda opción. Solo sabía que sería un completo infierno si llagara a ocurrir.
—Tengo que estar aquí. —recalcó Saotome. Se oía algo de ruido en el fondo, como cuando se habla en un lugar público por donde transita mucha gente—. Espero que lo entiendas.
—Sí, claro —dijo Ayame, al fin—. Acabo de entender que perdimos otro día de reunión —su voz estaba entre divertida y molesta.
—Recuerda que también tenemos una vida fuera de S.O.X —replicó la artista—. No todo es terrorismo y obscenidad. Hay una imagen que mantener para no levantar sospechas. —Esto último lo dijo en voz baja, no quería ser escuchada por sus acompañantes.
Ayame rodó los ojos. Esa enana tenía razón.
—Buen punto. —dijo la líder, derrotada. Odiaba perder una discusión.
—Siempre tengo fundamentos para lo que hago. —prosiguió la más baja, con diversión. Ayame resopló como respuesta—. No creo que tengas muchos problemas si no estoy, puedes coordinar lo que haremos con Okuma y Kosuri. Ya buscaré la forma de ponerme al día.
Otome pudo escuchar, a través de la pequeña bocina del PM, como su líder suspiraba con incomodidad.
—Ese es el problema. —dijo Ayame, agradecida de que esa enana no estuviera presente para ver lo ruborizada que estaba—. Solo estamos Tanukichi y yo. —hizo una breve pausa—. Kosuri tampoco vendrá. Tuvo que acompañar a su padre en un viaje que durará dos días. —Las palabras le salían con esfuerzo—. Sabes que ella es tan fanática como yo y no se perdería esta reunión por nada del mundo. Pero parece que la cosa es seria.
—¿Sí?
—Sí —suspiró otra vez y Saotome pensó, conteniendo una risita, que Ayame estaría ya desinflada de tanto suspirar—. Hablé con su padre, es obligatorio que ella lo acompañe.
—Oh, así que… —Saotome hizo una exagerada pausa que, sabía ella muy bien, incomodaría a la pelinegra—. ¿Están solo ustedes?
Ayame respiró profundo, consciente de lo que estaba por venir. Cuando se hubo mentalizado, decidió responder:
—Sí —afirmó y el grito de Saotome la hizo saltar de su sitio.
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Más allá de lo obsceno || Ayame x Tanukichi
Hayran KurguDos chicos, amigos incondicionales y de personalidades muy diferentes. ¿Qué tienen en común como para que surja algo entre ellos? Casi nada. Pero, precisamente por eso, aparece la atracción. Pues, como todos sabemos, los opuestos se atraen. Porque s...